'Cuarto milenio' localiza a dos testigos de aterradores encuentros con humanoides: "Tenían los ojos rojos, luminosos"
Enrique Echazarra ha logrado las declaraciones de una testigo del caso Górliz
Dos mujeres vieron, aterradas, una extraña figura que las observaba
Años después, en Cambrils, Manuel se encontró con el mismo ser
El caso Górliz es uno de los encuentros con seres extraterrestres que más emoción ha causado dentro del mundo de la ufología. ‘Cuarto milenio’ ha tenido acceso a través del estupendo trabajo del investigador Enrique Echazarra al testimonio de una de las mujeres protagonistas del encuentro con extraños seres en la localidad vizcaína de Górliz en los años setenta.
El 25 de agosto de 1979 un extraño suceso aterrorizó a dos campistas que estaban pasando la noche en la localidad de Górliz. Dos mujeres se encontraban en una zona de acampada libre cuando en una noche calurosa de verano notaron una extraña luminosidad que no sabían identificar. Tras la luz, divisaron una extraña figura que una de ellas, la única que aún hoy día sobrevive, ha narrado como si hubiese ocurrido ayer mismo:
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“Quiero recordar que había mucha luz, mucha claridad, nos pusimos muy nerviosas (…) Nos dimos la vuelta, se apagó la linterna y vimos unas cosas muy extrañas, nos subimos en la mesa del miedo que nos dio (…) No eran personas, tenían la cara muy grande, redonda, los ojos saltones y el pelo hacia atrás y como con barba, me acuerdo mucho de las caras, eran caras muy raras (…) Se podría pensar que nos querían atacar pero, eso lo tengo muy claro, mientras yo viva el algo que voy a recordar (…) Lo que yo he vivido nadie me lo va a discutir, como los tres hijos que tengo y mis nietas que es verdad”.
Encuentro en Cambrils: el mismo humanoide, años después
Pero el de Górliz no fue el único encuentro con humanoides de la época. En una noche de agosto de 1985 Manuel Gargallo regresaba al camping de Cambrils en Tarragona donde estaba alojado. Cuando se disponía a entrar en su tienda de campaña divisó algo que le heló la sangre: “Eran las dos de la madrugada y allí no había nadie despierto, el silencio era sepulcral”.
En ese momento Manuel observa asomado en lo alto de un muro un rostro desconcertante que le miraba desde lo alto: “Elevo la mirada y veo algo extraño (…) Era como una calavera, con una frente muy prominente y dos ojos rojos muy luminosos, pequeños y hundidos (…) Tenía el pelo blanco y muy espeso y liso, algo totalmente distinto a lo que conocemos como humano”.
Gargallo no ha podido cuarenta años después el terror que sintió en aquel encuentro: “Entré muy despacio en mi tienda y cerré la cremallera con mucho cuidado para no hacer ruido (…) Desde dentro vi cómo pasaba al lado de mi tienda una sombra alargada que no hizo ningún tipo de ruido de pisadas, se paró unos segundos al lado de mi tienda y acto seguido se fue”.