Los niños que dieron nombre a la 'Operación Balmis': huérfanos que se infectaron con un virus para salvar a otros
La UME se inspiró en esta tremenda hazaña española para dar nombre a la operación que trató de luchar contra el coronavirus, una historia de filantropía sin precedentes
Durante el confinamiento, en el momento más duro, la UME realizó la mayor operación ocurrida en España en tiempos de paz y la llamó 'Operación Balmis'. Desde 'Cuarto milenio' queremos contarles quiénes eran los niños de Balmis, auténticos ángeles de la guarda que se enfrentaron a un virus como nunca antes se había hecho. Esta es su historia:
El 30 de noviembre de 1803 en el puerto de La Coruña comenzó una de las grandes gestas de la humanidad. Una expedición filantrópica sufragada por la Corona española y encabezada por el doctor Balmis partió hacia América para tratar de salvar miles de vidas expuestas a una amenaza letal: la viruela.
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"La viruela era atroz en aquellos momentos, era una enfermedad con una mortalidad superior al 60% y que, en caso de sobrevivir, dejaba unas heridas espantosas en la piel de los que la padecían".
Por aquel entonces se descubrió que las mujeres que ordeñaban vacas no desarrollaban la enfermedad, dejando claro que las personas que contraían la llamada "viruela de las vacas" eran inmunes a la viruela humana. El problema surgiría a la hora de trasladar la vacuna en buen estado hasta la otra punta del mundo dados los por entonces medios de transporte. La solución fue asombrosa.
Se decidió trasladarla en el cuerpo de un grupo de niños huérfanos: "Eran 22 niños de entre tres y nueve años que fueron los encargados de llevar nada más y nada menos que la vacuna de la viruela desde España hasta el 'nuevo mundo".
La vacuna se transmitía de un niño a otro brazo a brazo, es decir, los niños con pústulas infectadas unían sus brazos con niños sanos para así contagiarles. Para asegurar que la operación llegase a buen fin era fundamental el bienestar de los niños y de ellos se encargó una mujer extraordinaria, Isabel Zendal:
"Isabel era la única mano experta en cuidar de estos niños, 21 niños de la casa de expósitos de La Coruña que ella misma regentaba a los que sumó a su propio hijo".
Gracias a la expedición, el remedio se fue extendiendo hasta erradicar por completo la enfermedad en un éxito médico sin precedentes.