El Doctor ha relatado cómo vivió el triste caso de las niñas de Alcàsser: "Me llamó la tarde en la que aparecieron los cuerpos el Secretario de Estado para la seguridad, Rafael Vera, para que analizara unos pelos encontrados y que podrían pertenecer al asesino o asesinos de las tres jóvenes, pero los pelos nunca llegaron, nunca llegué a verlos, aquello solo fue el aperitivo de lo que me esperaba…". El Doctor ha contado que al día siguiente comenzó con las autopsias pero se sigue aún hoy haciendo las mismas preguntas: "¿Qué estuvieron haciendo ese día? ¿Por qué no permitieron que yo viese nada?".
Frontela ha explicado que, antes de comenzar las autopsias, tuvo que firmar un documento en el que afirmaba que los forenses que habían examinado los cuerpos antes que él "habían realizado bien su trabajo". El doctor cuenta que lo hizo por compañerismo, pero sigue preguntándose qué querían ocultar. Cuando estuvo frente a los cadáveres su sorpresa no pudo ser mayor: "Me quedé asombrado, habían desparecido las cabezas y los cuerpos estaban perfectamente limpios".
A los meses llegaron las muestras, concretamente una alfombra en la que, con la ayuda de un sofisticado equipo para la época, encontró machas de sangre, esperma y fibras de distintos tipos. Cuando el Doctor estaba a punto de analizar el esperma recibió una llamada: "Me exigieron que devolviese inmediatamente las muestras que había obtenido". Nunca más se supo de aquellas manchas de esperma que no llegaron a terminar de ser analizados.
Para el Doctor, el caso esconde aún secretos y él no confía en ninguna de las teorías que se barajan: "Yo opto por una tercera vía, si la vida me deja, en dos o tres meses lo sacaré a la luz".
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