Ana vio a aquel hombre que conocía en plena calle. Al saludarla soltó las bolsas de la compra para devolver el saludo, pero no encontró a nadie. Al llegar a su casa Ana recibe la llamada de la esposa del conocido, esta le informa de que su marido ha muerto y que la misa es esa misma tarde. Al acudir a la ceremonia, comprobó que, efectivamente, no se equivocaba y el cuerpo era del hombre que había visto.