La semana pasada, Mikel Lejarza desveló en ‘Cuarto Milenio’ los intensos episodios que vivió durante su infiltración en ETA: confesó que no le dejaron terminar su cometido. Pero hoy contamos que Mikel utilizó el bosque para, antes de hacer esa labor de espionaje, enfrentarse a su miedos. Eligió para ello el bosque de Valcarlos (Navarro), donde pasó noches de larga oscura visión. ‘El lobo’ nos cuenta una serie de misterios increíbles sobre puro misterios, fenómenos extraños en la historia de este James Bond español.
Confiesa que vivió una noche de lo más aterradora y que salir de allí le hizo más fuerte. El periodista Fernando Rueda nos cuenta que cuando Mikel iba a infiltrarse en ETA le entró el terror, pues preguntaba si él estaría a la altura de tal misión. Es por eso por lo que decidió adentrarse en el bosque en mitad de la noche. Pero esto no fue todo, el Lobo también experimentó fenómenos paranormales en su propia casa: sillas volando, ventanas que se abren y cierran, susurros al otro lado del teléfono y una extraña figura que le visitó de noche. “Me ha costado superarlo”, confiesa.
Pero quizás una de las experiencias más escalofriantes que vivió Mikel fue cuando vivió la desaparición de su hija. Estaba junto a su mujer, revisaron la casa de arriba abajo, pero la pequeña no aparecía. Al rato, la niña apareció y dijo que estaba “jugando con el nene”.
Durante la infiltración en ETA, Mikel conoció a la mujer de un miembro de la banda terrorista y al darle la mano sintió algo extraño. Pero ella también sintió algo y avisó a un amigo, supo que con Gorka (que así es como llamaban al Lobo) iba a pasar algo. El mismo Mikel nos lo confiesa en sus conversaciones: ha tenido dos visiones y nos habla de dos en concreto.