El seis de marzo de 1981 una mujer joven avanza decidida entre el tumulto del Tribunal alemán. Esta mujer lleva puesta una larga gabardina beige y su expresión es gélida, como de estatua antigua. Traspasa el umbral, extrae su pistola de debajo de las ropas y dispara seis proyectiles certeros sobre un punto móvil. Es la historia de la señorita Marianne Bachmeier.
Marianne Bachmeier es la protagonista esta semana de la sección ‘La voz de las sombras’. No es sencillo llegar a un juzgado y hacer lo que ella hizo y contra quién lo hizo. Esa expresión triste y ausente que tiene Marianne Bachmeier ese día la vemos también seis años antes, cuando la joven señorita Bachmeier se queda embarazada y se ve obligada a entregar a su pequeña en un orfanato.
Con una mirada fría, casi de robot, se jura a sí misma no volver a hacerlo, la próxima niña que tenga será la más querida y crecerá a su lado. Sin embargo, tiempo después, la señorita Marianne Bachmeier hará lo mismo, ha vuelto a tener una niña y vuelve a dejarla en ese torno triste donde los niños de familias desestructuradas van a parar.
Tiempo después, la señorita Marianne Bachmeier está en la cama de un hospital, pero en esta vez en su rostro hay cierto tono de alegría. Esta vez tampoco tiene esposo, pero esta niña sí crecerá por fin a su lado. Pero en aquella Alemania el trabajo no abunda, son momentos difíciles y se produce una discusión entre la madre y la pequeña niña, motivo por el cual la pequeña decide salir de casa para enfurecer aún más a su madre.
En ese paseo, la pequeña hija de la señorita Bachmeier tiene la mala suerte de toparse con un ser despreciable que acaba con su vida de la peor de las maneras. La niña fue interceptada en el camino y ahora está encerrada en una caja en medio del río. La señorita Marianne Bachmeier desde ese momento solo puede pensar en su venganza, acababan de quitarle lo que más quería, por lo que tanto había llorado y peleado.
Marianne Bachmeier entra a los pocos meses en ese tribunal con la misma expresión que tenía desde el día en el que su pequeña hija apareció muerta dentro de una caja y le destruye el cráneo, las cervicales y la espalda al asesino de su hija en pleno proceso judicial. Uno de los funcionarios dijo: “Parecía un maniquí”.