David Felipe Arranz se pone una semana más al frente de ‘Cine club’, una de las secciones favoritas de la audiencia en ‘Cuarto milenio’. En esta ocasión, nuestro experto en el séptimo arte ha elegido uno de los temas estrella para los cinéfilos: el terror japonés.
Ponemos los dos rombos porque el impacto visual y la carga psíquica del cine de terror japonés no es cosa menor. Arranz nos ha ilustrado como nadie antes: “El miedo japonés nos da escalofríos porque es ancestral, historias muy antiguas que han conservado hasta el día de hoy, para los japoneses ir a ver una película de terror no es más que ir al cine a ver una película normal, forma parte de su cultura”.
La máscara Onibaba, el temido Dark water o agua oscura y, como no, el fantasma de pelo largo y oscuro: “El cine japonés lleva a la gran pantalla historias ancestrales reales, contadas por los antepasados desde hace siglos, y precisamente en historias de crímenes reales están basadas algunas de las míticas películas de terror japonés”.
El mejor ejemplo de esto es la temida mujer de la película ‘The ring’. Tal y como ha explicado Arranz se trata de una historia real: “Se trata de una historia de crimen que es el origen de todas estas mujeres de pelo largo y negro que se arrastran por el suelo sin uñas (…) Esto ocurrió de verdad un 22 de febrero de 1636 cuando un samurái mata a su concubina”.
Las historias en torno al asesinato de esta mujer aseguran que el samurái clavó en una puerta de madera a su esposa y en otra el cadáver de su ayudante. Los echó al río y, como la madera flota, los cuerpos salieron a flote: “El cadáver de esta mujer regresa a la vida con ese aspecto fantasmagórico para atormentar al asesino”.
Esta mujer tiene nombre, Oiwa, y son muchos los que visitan la tumba en la que se cree está enterrada y el pozo en el que podría haber muerto junto a su ayudante. El cine japonés ha llevado a la pantalla hasta el más mínimo detalle de la historia de Oiwa: “El pelo se le cae por el veneno que el samurái le suministró antes de su muerte, al igual que uno de sus ojos”. Aterrador.