Rosa y Antonio se encontraban disfrutando de su luna de miel cuando decidieron pasar la noche en un pequeño pueblo de Lugo. La casa donde iban a quedarse, a Rosa no le daba buenas sensaciones: “Estaba rara, muy callada”. Aquella misma noche mientras dormía, apareció un joven en medio de la habitación y mandó un mensaje a la pareja: “Decidle a mi madre que me he ido feliz”. A la mañana siguiente, se enteraron que el hijo de la dueña de la casa había fallecido en la misma hora cuando Rosa vio la aparición.