La naturaleza se abre paso en Chernóbil: hallazgos de especies que inquietan a la ciencia
Germán Orizaola es un investigador español que pasa semanas en Chernóbil analizando las especies surgidas en la zona cero de la catástrofe
‘Cuarto milenio’ cuenta con imágenes excepcionales de la nueva fauna del lugar
35 años después del accidente nuclear, analizamos sus consecuencias sobre el medio ambiente
Chernóbil significa ‘ajenjo’, la amarga hierba maldita de la Biblia. Muchos hablaron de profecía, muchos se santiguaron cuando en mitad de la noche cuando aquel sol extraño emergió para iluminarles a todos. Personas, edificios, plantas, animales… la tierra quedó yerma y condenada, “nadie podría vivir allí”.
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Sin embargo, con el paso de los años, los investigadores empezaron a observar cosas extrañas en el Chernóbil. Las plantas, los árboles, las raíces volvían a tomar lo que fue suyo un día. Los típicos edificios soviéticos del lugar fueron siendo engullidos por un manto verde y después llegaron ellos, diferentes especies, y sobre ellos se tejieron mil y una leyendas: los lobos, los osos, los jabalíes de Chernóbil, aunque muy pocos han estado ahí para estudiarlos sobre el terreno, muy pocos los han visto, muy poco han analizado qué ocurre realmente en este territorio desierto de humanos.
En ‘Cuarto milenio’ hemos contado con el privilegio de entrevistar a Germán Orizaola 35 años después del incidente de Chernóbil. Orizaola es uno de los investigadores asturianos que se encuentra en el escenario de la zona cero desarrollando sus estudios sobre la fauna que se ha abierto camino en la conocida como ‘zona de exclusión’.
Germán, acompañado de su equipo y de Sergey Gaschak, uno de los liquidadores de la zona cero tras la catástrofe nuclear, se encarga de peinar cada palmo del lugar para dejar plasmada negro sobre blanco la sorprendente situación de la fauna en Chernóbil.
Manadas inmensas de lobos, oso pardos de un tono tan oscuro que sorprende, al igual que el negro de las ranas que a tan solo unos metros de la zona son de un verde intenso… Analizamos la sorprendente y salvaje fauna de Chernóbil 35 años después del accidente nuclear.