Pedro Peirone, empresario argentino, se encontraba volviendo de Arteaga a San José de la Esquina en Argentina con su furgoneta blanca. En su recorrido encontró a un joven haciendo autoestop, al que invitó a subir, pero al poco tiempo notó que pasaba algo. Según Pedro, este chico "respondía lo mismo que yo preguntaba y no decía nada más" y se bajó en un cruce de la ruta. El argentino arrancó para volver a casa pero tuvo que parar su camioneta por un olor fuerte a quemado. Cuando miró hacia atrás, ya no estaba el joven y la alfombra de su coche estaba quemada con unas extrañas huellas: "Me funde la alfombra como diciendo: 'Acá te dejo esto para que vos sepas que estuve".
El impacto de la historia de Pedro Peirone supuso un revuelo entre la población argentina. Las grabaciones de las cámaras de seguridad de la carretera donde ocurrió el suceso, según el historiador Juan José Sánchez-Oro, no se respaldan con el testimonio porque no se observa al pasajero, ni la furgoneta blanca que según el testigo le precedía en su recorrido. Las investigaciones apuntan a que el camino que recorría se dirigía a un cementerio y que en ese lugar se habían producido dos accidentes.
Las leyendas urbanas sobre autoestopistas fantasmas es una de las referencias clásicas que sobreviven en el imaginario colectivo. Enrique de Vicente, que ha investigado los casos más antiguos de la leyenda urbana de los autoestopistas fantasmas, asegura que es en los caminos y los cruces donde pueden producirse este fenómeno porque son las puertas de conexión con otro mundo.