A principios de los años 50 un joven murciano de la localidad de Lorquí emigró hacia Argentina, donde emprendió pequeños negocios y formó una familia. Más tarde se convertiría en el Rey caníbal murciano de una tribu perdida de la selva amazónica.
Con este apodo se dio a conocer en el título de una obra novelada que relata sus aventuras en búsqueda de El Dorado. Al regresar a España en los años 80, Ángel Valero García auto publicó su libro que pronto se convirtió en un best seller, no solo en su tierra, si no en todo el país gracias al interés que despertó en los principales medios de comunicación de la época.
Algunos de aquellos artículos comentaban que Ángel Valero, su hermano Teodoro y su primo Antonio estuvieron entre dos y cinco años desaparecidos en la selva amazónica a partir de 1961 sin que nadie supiera absolutamente nada de su paradero.
Después de luchar contra mil y una adversidades de la selva amazónica como fieras y tribus hostiles, los tres murcianos contactan con una etnia aislada de baja estatura que vivían desnudos, que desconocían la rueda y los metales, y con ellos entablan buenas relaciones. Ángel Valero cae en gracia al jefe de la comunidad indígena y se convierte en un invitado honorífico durante la celebración por el recibimiento a estos tres extranjeros tan distintos a ellos.
Durante el banquete, el jefe de la tribu les ofrece unos manjares que les resultaron algo extraños, con un sabor y textura que hasta el momento nunca habían probado, era carne humana. El rey de la tribu les consideró hijos de la luna, nombrando a Ángel Valero como su sucesor, convirtiéndose meses más tarde el murciano en rey de la tribu tras la muerte del indígena. El español prohibió al poco tiempo la costumbre de comer carne humana y también la de realizar sacrificios de personas ante los caimanes. Esto le traería los primeros confrontamientos con los chamanes de la tribu.