El bestiario medieval: las criaturas más terroríficas de la Edad Media
Estas colecciones de descripciones de animales reales y mágicos estaban relacionadas con las virtudes y defectos humanos
Muchas de estas criaturas terroríficas provienen de la tradición clásica tanto romana como griega
Las criaturas míticas de España
La mayor parte de las criaturas que aparecen en los bestiarios medievales provienen de tiempos pretéritos, de antiguas tradiciones que se pierden en la noche de los tiempos. Sin embargo, en el Medievo se realizaron recopilaciones tanto de animales reales como de seres mágicos que solo habitaban en el imaginario popular. De este imaginario bebieron después numerosos autores. Desde J.R.R. Tolkien hasta J.K. Rowling introdujeron en sus obras bestias populares en la Europa medieval y dieron a conocer a todo el mundo seres como los dragones, los basiliscos o los grifos, por poner solo algunos ejemplos.
¿Para qué servía un bestiario?
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Como acabamos de apuntar, un bestiario era una colección de descripciones de animales reales y fantásticos, acompañadas a menudo de ilustraciones y comentarios que relacionaban las características de cada criatura con enseñanzas morales o religiosas. De este modo, la gente trataba de comprender el mundo natural y el sobrenatural, ya que cada bestia representaba una virtud o un vicio.
Las criaturas más terroríficas
Muchos de las bestias que aparecen en estos documentos eran reales, es decir, era común encontrar leones, elefantes o serpientes. Sin embargo, había otras que solo habitaban en la imaginación humana y que eran realmente terroríficas. Las principales eran las siguientes:
- El basilisco es una de las criaturas más temidas del bestiario medieval. Descrito como un monstruo con cabeza de gallo, cuerpo de serpiente y alas de murciélago, se creía que podía matar a un hombre al instante con una simple mirada. Además, tenía un aliento venenoso capaz de marchitar plantas y envenenar fuentes de agua. Como se puede adivinar, el basilisco representaba el mal en la Edad Media su presencia advertía sobre los peligros del pecado y la corrupción moral. De esta criatura proviene el dicho de “ponerse hecho un basilisco”, que significa enojarse o enfadarse mucho.
- El dragón es otra de las figuras clásicas en los bestiarios medievales, aunque realmente lo encontramos en el folclore de muchas culturas. Claro que mientras que hay lugares en el mundo donde es visto como un ser relacionado con el bien, en la Edad Media europea encarnaba el mal y el caos. Solía describirse como una gigantesca criatura reptiliana con alas, garras afiladas y capacidad para escupir fuego. Tanto era así que el dragón era el archienemigo de los caballeros y héroes de la época –el propio San Jorge acabó con uno simbolizando la victoria de Dios sobre Satanás–.
- El grifo tenía cabeza y alas de águila y cuerpo de león, una mezcla capaz de aterrorizar a los más valientes. Los grifos no personificaban el mal como los basiliscos, pero se caracterizaban por ser capaces de guardar con ferocidad cualquier tesoro sagrado. Dicho de otro modo, los grifos eran sinónimo de nobleza y fuerza, aunque no por ello dejaban de ser terroríficos.
- La mantícora era una de esas criaturas que tampoco convenía encontrarse –en caso de que hubiera existido–. Tenía cuerpo de león, rostro humano y cola de escorpión, una combinación cuanto menos horrenda. La mantícora era extremadamente feroz y se alimentaba de carne humana, representando los peligros de la gula y la codicia.
- La quimera no le iba a la zaga a la mantícora o al basilisco, ya que reunía en su cuerpo una cabeza de león, otra de cabra en su espalda y una cola de serpiente. A eso hay que añadirle que escupía fuego, lo que hacía de ella un ser realmente tenebroso, sinónimo de confusión y vicios a los que enfrentarse. Cabe señalar que la quimera proviene de la mitología griega. De hecho, fue el héroe Belerofonte quien acabó con ella.
- La sirena también bebe de los textos de la Antigua Grecia. El bueno de Ulises se enfrentó a sus cantos en la “Odisea” y salió vivo gracias a estar atado a su barco. Pues bien, en el Medievo seguían sin ser como la dulce Ariel que protagoniza “La Sirenita”. Todo lo contrario, las sirenas personificaban la lujuria y la muerte, y atraían a los pobres inocentes a la perdición.
Como podemos comprobar, muchas de estas figuras han llegado hasta nuestros días y siguen poblando la imaginación de millones de personas en todo el mundo. No existen en la vida real y solo son consecuencia de la imaginación a lo largo de los siglos, pero eso no quita que sigan siendo terroríficas.