Gonzalo Pérez Sarró ha traído hasta la nave del misterio una historia real que ocurrió hace tan solo unos años en un monte de Jarandilla de la Vera, Cáceres. Corría el año 2001 cuando un grupo de jóvenes pretendía acampar en un terreno libre junto a un lago. Ya de noche, cuando habían acabado de cenar y se disponían a pasar un rato agradable junto a la luz de las linternas algo les inquietó:
“Desde donde estábamos pudimos ver a lo lejos, en dirección a nuestros coches, lo que parecía ser un animal de gran tamaño. Por la distancia no podíamos ver de qué se trataba, pero según se acercaba a cuatro patas hacia donde estábamos nosotros pudimos observar que su piel era de color gris blanquecino y que sus dimensiones eran mucho más grandes de lo habitual”.
Este testigo de lo sucedido aquella noche de 2001 cuenta que durante unos minutos aquella extraña criatura se dedicó a olisquear entre los restos de un contenedor. La sorpresa fue mayúscula cuando ese ser se incorporó sobre las patas traseras dejando ver una figura prácticamente humana pero de más de dos metros de altura: “Su rostro era como de pera invertida. El ser nos miró fijamente y casi sin tiempo de reaccionar desapareció”.
Años más tarde, en el verano de 2009, este mismo grupo de amigos se encontraba realizando un campamento para monitores en unas instalaciones del Valle del Jerte, también en la provincia de Cáceres.
Una noche, un grupo de jóvenes acudieron a ellos asustados porque habían visto “un ser de color grisáceo, blanquecino, de gran altura que andaba erguido”. Hasta el lugar donde les indicaron los chicos acudieron los monitores, y fue allí cuando comprobaron que se trataba del mismo extraño ser que habían visto ellos mismos años atrás.