‘Cuarto Milenio’ aborda un caso que desafía toda la lógica, un caso que lleva veinte años buscando una explicación. En el año 1978 hubo un acontecimiento que se convirtió en relevante por un extraño incidente. Tenía lugar una carrera de rally, la más larga del mundo, que recorría América del Sur. Entre los profesionales, había cabida para conductores amateurs y aquí son protagonistas Carlos Acevedo y Miguel Ángel Moya.
En un momento dado, se quedan solos en la ruta porque la potencia de su coche era inferior a la del resto de participantes. Durante un momento, contemplan una luz extraña, un impacto psicológico que les duró durante el resto de su vida. Y es que hicieron una especie de salto de 102 kilómetros que nadie se explica. Llegaron mucho antes que otros que iban por delante y, al comprobar su kilometraje, faltaban esos más de 100 km.
Pronto, la prensa hizo alusión a que “dos pilotos chilenos fueron secuestrados por un OVNI”. Se hicieron todo tipo de indagaciones para ver si habían hecho trampas, pero se comprobó que cualquier atajo les habría llevado más tiempo. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Experimentaron un viaje en el tiempo? ¿Fueron teletransportados? Ellos sólo hablan de una potente luz. Viajamos hasta Burgos junto a Javier Pérez Campos, Aldo Linares y Enrique Echazarra para abordar un caso similar.
Manuel Gago nos habla de su experiencia en la carretera como conductor profesional. Un día, dice que se introdujo en una carretera “que no existe”. Sucedió en Burgos, cerca de Berberana. “Me metí por una carretera que no había visto nunca”, cuenta, algo que le pareció extraño. Dice que vio una luz naranja que, de pronto, desapareció. Apareció en Álava y se dirigió a Vitoria. Cuando volvió a hacer la ruta, no volvió a ver ese camino.
El programa investiga el terreno en compañía de Aldo Linares, que asegura haber sufrido un “descuadre” durante la grabación, una especie de vahído: “Nunca me había pasado”. Durante el trayecto en coche, dice sentir “un embotellamiento” y pide parar en una franja concreta. Se bajan del coche y caminan y Aldo dice notar “el cuerpo desbarajustado” porque recibe sensaciones, pero no consigue descifrarlas: “No sé decodificar esto”.
“No sé cómo definirlo, eso es lo que me desorienta. Aparece y desaparece”, confiesa, visiblemente desconcertado. Dice, además, no haber vivido nunca nada igual. Después, señala un punto concreto de la carretera y se detecta una anomalía. Coincide con el punto en el que el testigo dice haber tenido la perfección de haber entrado en otra realidad.