Médicos y enfermeros asesinos: así son 'los ángeles de la muerte'
Estos asesinos en serie aprovechan su profesión para perpetrar con mayor facilidad los crímenes
Desde el sentimiento de poder hasta la compasión mal entendida, algunos rasgos son comunes a todos ellos
¿Qué hace falta para ser considerado un asesino en serie? Las tres claves que lo determinan
Son conocidos como ‘ángeles de la muerte’ a los asesinos en serie que son profesionales de la salud, tales como médicos, auxiliares de enfermería u otros trabajadores del sector sanitario. Su “modus operandi” es utilizar su cercanía con los pacientes para cometer sus crímenes. Y como cabe esperar, son asesinatos que suelen realizarse en entornos hospitalarios o residencias de ancianos, donde las víctimas son vulnerables, enfermas o ancianas.
Un término terrorífico
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El hecho de que a estos criminales se les denomine como ‘ángeles de la muerte’ proviene de su condición de “cuidadores”, es decir, todos ellos desarrollan una profesión cuya naturaleza pasa por el cuidado y la cura de las personas enfermas. Si echamos un vistazo al Diccionario de la Real Academia Española, en su tercera acepción de la palabra “ángel” expone lo siguiente: “Persona en quien se suponen las cualidades propias de los espíritus angélicos, es decir, bondad, belleza e inocencia”.
En el caso del personal médico esas cualidades están relacionadas con su capacidad para ofrecer cuidados y sanación a los enfermos. Sin embargo, hay ocasiones en las que esa naturaleza se torna macabra y un médico o un enfermero se convierten en un peligroso asesino en serie.
Rasgos propios de los ‘ángeles de la muerte’
Aunque cada caso tiene sus propias características y circunstancias, hay algunas características comunes entre este tipo de asesinos:
- La primera de ella es su acceso al tratamiento de víctimas especialmente vulnerables, ya que eso facilita su actividad criminal, consiguiendo así que sus acciones pasen desapercibidas. Y claro está, en un centro médico estas actividades son más sencillas de ocultar.
- Sentimiento de poder y de control. Muchos de ellos se sienten omnipotentes al tener el control sobre personas enfermas. Es más, hay ocasiones en las que incluso pueden provocar situaciones de emergencia que les permitan salvar a la víctima y, de ese modo, obtener un reconocimiento no merecido.
- Compasión muy mal entendida. Algunos criminales consideran que están evitando el sufrimiento de muchos pacientes que soportan el dolor de la enfermedad. El hecho de decidir acabar con su vida es, por lo tanto, un acto de caridad que deben llevar a cabo.
- Trastornos mentales. Obviamente, muchos de ellos presentan personalidades psicopáticas que disfrutan del acto de matar sin ningún tipo de remordimiento.
Métodos de asesinato
Detectar a un ‘ángel de la muerte’ puede ser realmente complicado, ya que tiene la opción de utilizar diversos métodos para llevar a cabo sus fechorías sin que nadie se percate de ello. No en vano, disponen de acceso a todo tipo de medicamentos. Esto les permite suministrar dosis letales, alterar los tratamientos médicos críticos o administrar sustancias tóxicas, por poner solo algunos ejemplos.
Por esta razón no solo es complicado detectar que se están produciendo muertes inexplicables, sino que también es difícil detectar el porqué de esos fallecimientos y mucho más saber quién es el culpable.
‘Ángeles de la muerte’ tristemente famosos
Desgraciadamente, algunos de estos ‘ángeles de la muerte’ han trascendido de tal forma que sus fechorías se han dado a conocer, demostrando hasta dónde puede llegar la maldad del ser humano. A continuación apuntamos algunos de los nombres que han pasado a la posteridad por la crueldad de sus actos.
- A comienzos del siglo XX, la enfermera estadounidense Jane Toppan confesó hasta 31 asesinatos, de los que no se sintió arrepentida, pues se jactaba de haber sido capaz de matar más que cualquier otra persona que hubiera existido.
- El inglés Harold Shipman directamente fue apodado como el ‘Doctor Muerte’, ya que se sospecha que pudo asesinar a más de 500 pacientes entre los años 1975 y 1998 (se conocen más de 200), pasando inadvertido en todo momento. Se le considera el asesino en serie más prolífico de todos los tiempos. Shipman fue encarcelado sin dar explicaciones sobre unos actos que aseguraba no haber cometido. Finalmente se suicidó estando en prisión.
- El también doctor inglés John Bodkin llegó a asesinar a más de 160 pacientes aunque en su caso los utilizaba antes para hacerse con parte de sus herencias. Es decir, en su caso sí que había una motivación para cometer los crímenes.
- En nuestro país, un ejemplo reciente lo encontramos en Joan Vila Dilmé, más conocido como ‘El celador de Olot’, que perpetró hasta 11 asesinatos entre agosto de 2009 y octubre de 2010, todos ellos a ancianos de entre 80 y 96 años. Vila trabajaba en la residencia geriátrica Fundació La Caritat de Olot, donde utilizó su posición para sus crímenes. En algún momento del juicio llegó a declarar que en el momento de cometer algunos de los asesinatos llegó a sentir “como si fuera dios”.
El ‘ángel de la muerte’ por antonomasia
Esos son solo algunos ejemplos de lo que algunos asesinos en serie han sido capaces de hacer aprovechando su condición de médicos y enfermeros. Claro que si ha habido un ‘ángel de la muerte’ por antonomasia, ese fue el médico nazi Josef Mengele. Sus propios prisioneros le apodaron de ese modo, aunque en este caso, Mengele no actuaba a espaldas de la ley, sino que el régimen que lideraba Adolf Hitler le permitía realizar escabrosos experimentos en los campos de concentración, especialmente en el de Auschwitz. Mengele elegía a sus “cobayas humanas” para sus comprobaciones “científicas” y estos prisioneros debían enfrentarse a todo tipo de tétricas prácticas que generalmente acababan con su vida. Cuando Alemania perdió la Segunda Guerra Mundial, Mengele consiguió escapar hasta América del Sur.