Hasta el último programa de ‘Cuarto milenio’ llega la historia de María de Padilla, la leyenda de la mujer castellana que, según la creencia popular de la época, cautivó al mismísimo Rey de España, Pedro I, a través de artes oscuras.
María de Padilla conoció a Pedro I en el verano de 1352, cuando el rey viajaba a Asturias para luchar contra su hermanastro Enrique. A partir de ese momento sus vidas quedaron unidas para la eternidad, por encima de los matrimonios de Estado de Pedro. Los cronistas de la época decían de María que era “hermosa, de buen entendimiento y pequeña de cuerpo”.
Un año después de iniciar la historia de amor con María, Pedro se casó con Blanca de Borbón, en un matrimonio no deseado y pactado por los que resultaron ser después sus enemigos. Sin embargo, Pedro encontró la excusa para volver con María.
Junto a ella, la mujer que le hizo padre por primera vez, la situación del monarca se hizo tan irregular que incluso el Papa amenazó a la pareja con la excomunión. Para ello se buscó una solución de Estado que volvía a dejar a María fuera de la vida del rey, como era el matrimonio real con Juana de Castro, intentando dar estabilidad familiar a la corona de Castilla.
María trajo al mundo dos hijos más del Rey y, durante todo el tiempo de la vida de María junto a Pedro, sólo había un objetivo en la mente del rey: coronar reina a la mujer a la que amaba, pero las dificultades eran cada vez mayores.
Cuenta la historia que Pedro lloró desconsoladamente la muerte de su amada y que un año después, en las Cortes, declaró que María había sido su primera y única esposa. Tal fue el sentimiento que puso en sus palabras, que el arzobispo de Toledo anuló los matrimonios posteriores, el de Blanca y el de Juana, declarando una vez muerta reina de Castilla a María de Padilla y legitimando con ello a sus cuatro hijos como herederos al trono.
Comenzaba entonces una serie de leyendas en torno a la figura de esta enigmática mujer que llegó a ser tan temida en los cuentos populares como “el hombre del saco”.