16 almas sobrevivieron a la tragedia de Los Andes, pero muchos quedaron allí. El doctor José Cabrera nos explica cómo eran las condiciones que vivieron estos supervivientes a treinta grados bajo cero y cuáles son las marcas que quedan en el cuerpo, más allá de los desgarros y fracturas propios de un accidente de tal envergadura.
El frío es el principal causante: lo que el frío hace con el cuerpo es congelar las partes más distales (dedos de los pies, más alejadas al tronco), se congelan y se gangrenan, por eso adquieren ese color oscuro, al igual que las rodillas, que es la parte que más toca el suelo. Los dedos de las manos también se oscurecen y aparecen ampollas por el frío.
“La ampolla precede al negro por la ausencia de sangre por congelación”, explica el doctor Cabrera. Por otro lado, la nariz y el cuello, también negros. El ojo se deshidrata y, por eso, disminuye de tamaño (o incluso pueden llegar a consumirse). La luz, a esas alturas, también pueden provocar ceguera.
Los dientes se empiezan a mover porque no hay nutrición. Las encías se inflaman y los dientes pierden su fijeza. Además, el doctor Cabrera e Iker Jiménez hablan sobre la decisión de los supervivientes de consumir carne humana para sobrevivir. ¿Qué les aportaba aquella proteína y de dónde la cogieron? ¿Era bueno comerla cruda?
El agua que consumieron los supervivientes era de la nieve, pero el agua de la nieve o lluvia es agua destilada, no contiene sales minerales. Por eso orinaban negro. Deberían haber tomado algún tipo de sal. Pero ¿cuánto tarda un cuerpo sin comer, beber o dormir? El problema es que ellos eran atletas y no tenían grasa en sus cuerpos. Sin comer se puede aguantar una semana y media, pero no sin agua.