Se trata del que fue bautizado como extraterrestre de Atacama, el extraño ser de los desiertos chilenos donde nunca llueve, que fue descubierto en una iglesia abandonada en La Noria en 2003. Ramón Navia-Osorio Villar, Presidente del Instituto de Investigación y Estudios Exobiológicos de Barcelona, ha colaborado en el último programa de la nave del misterio para contar en primera persona lo que se encontró cuando tuvo el privilegio de analizar este extraño ser.
“Lo recibimos en la real academia de ciencia y allí empezamos la primera radiografía, una placa débil para no dañar al espécimen (…) Allí ya nos dijeron que no sabían lo que era, la cabeza tan voluminosa, las manos tan alargadas, no tenía rótula, la clavícula era más triangular que la de los humanos… me empecé a preocupar”.
Navia-Osorio asegura que algunos de sus colegas que pudieron ver el espécimen declararon con rotundidad que no se trataba de un feto, si no de un ser adulto: “¿Cómo iba a ser un feto si tenía callos en los pies? Esta criatura no era extraterrestre, era terrestre”.
El investigador está convencido de que el ser no pertenece a un planeta distinto al nuestro, si no que ha coexistido con nuestra especie: “Eran gente muy pequeña que vivían en cuevas y salían siempre por la noche (de ahí sus extraños ojos almendrados), eso me contó una amiga nativa de la tribu de los Aimara, que estos seres convivieron con sus antepasados hasta que llegaron los colonos españoles”.