Una vez más, la carretera es el escenario de una nueva historia de ‘Alta extrañeza’, donde confluye lo racional con lo irracional. Escuchamos el testimonio de Isabel García, la persona que vivió este fenómeno en plena noche, desde el interior de un coche. Viajaba junto a su pareja por una carretera comarcal cuando ocurrió algo inesperado.
Agosto de 1986. Viaje al pueblo de los suegros. El casete musical, de pronto, se paró y se conectó con la radio, captando sonidos extraños. Decidieron quitarla porque molestaba el sonido (no conectaba con ninguna emisora). La mujer miró por la ventanilla y vio una estrella fugaz. Esta misma estrella había pasado por encima de ellos, pero a la inversa.
Después, la estrella comenzó a hacer dibujos sobre el cielo y se puso frente a ellos. Nerviosos, vieron como la luz comenzaba a bajar: “Era fortísima, como un campo de fútbol y nos llamaba la atención el movimiento que llevaba, hacia adelante y hacia atrás. Hacia la derecha y hacia la izquierda”, recuerda la testigo. La luz les siguió durante varios minutos.
Aceleraron para llegar al pueblo más próximo y pedir ayuda. Se detuvieron en uno muy pequeño donde no vieron a nadie, así que continuaron su camino. Fue cuando se encontraron con una persona alta y delgada en medio de la carretera que le sindicaba que detuvieran el coche. Se acerca y les dice que han tenido un accidente con el coche.
“Me dio miedo porque tenía un rostro sin facciones, liso, con los ojos abiertos y negros. No tenía sentimiento de nada en la cara, le brillaba mucho, como si llevara una máscara. Me fijé en el coche de la carretera y estaba bien puesto, no estaba volcado. Las personas que había en el interior nos miraban”, cuenta Isabel.
Cuando este hombre hizo el amago de abrir la puerta del coche, la pareja decidió acelerar y huir: “Cuando me di la vuelta para ver qué hacía esta gente vi que no había gente, no había coche, no había nada. Solo oscuridad y árboles”.