“Hay llamadas que uno jamás olvida, que permanecen en el recuerdo y yo ahora quiero recordar una con todos ustedes”, son las palabras con las que Iker Jiménez llama la atención de los espectadores. La visión de pre cognición entra en juego en el relato de un reconocido deportista español le contó algo a Iker: “Me dejó con la sangre helada”.
Cuenta el deportista que, hace 30 años, una mujer (a la que conoce) que se acababa de mudar a un pueblo ve a un gato intentando entrar en la que va a ser su casa durante un tiempo, la que acaba de alquilar. Al llegar, el gato se marcha. La dueña le dijo que nunca entrara en una de las habitaciones, que la dejara libre. El gato, por su parte, aparecía de vez en cuando en la puerta rascando.
Un día, el gato entró en la casa. Daba la sensación de que conocía perfectamente la casa. Se quedó mirando fijamente a la puerta de la habitación en la que la mujer no podía entrar. El gato se quedó a vivir con ella. Una de las noches, se escuchó un extraño ruido, como un lamento.
Delante de la cama, había una especie de luz, flotando. Se incorporó, fijó su mirada y se dio cuenta de que era una especie de llama circular y dentro de él había una cara que le decía ‘vete de aquí’. Aquello se desdibujó, se esfumó, pero la mujer nunca pudo olvidar lo que vio. ¿Fue un espejismo en una duermevela?
Las noches siguientes, le costaba dormir. Días más tarde, notó unas garras. El gato, que parecía endemoniado, le estaba advirtiendo. Había fuego a su alrededor y el animal le salvó la vida. Y es que casi todo el edificio estaba ardiendo. Cuando la dueña vuelve a la casa devorada por las llamas, descubren que estas no se acercaron si quiera a la habitación del fondo. En su interior, la mujer ve un retrato con la cara que le advirtió días antes entre llamas ‘vete de aquí’.