Ha permanecido semioculto para los ojos del público durante tiempo, sin embargo, los hechos ocurridos allí, los crímenes, las desapariciones, ocurrieron en sus empinadas orillas. Hablamos del pantano de Susqueda. Se cumplen cinco años del doble crimen de Marc y Paula, que no tiene culpables oficiales. Sus cuerpos aparecieron en el pantano, ocultos en el fango, atados a sus mochilas. Viajamos hasta allí.

Antes de comenzar con el reportaje, Iker Jiménez cuenta que una mujer, Eufresina, fue asesinada en ese lugar hace muchos años. Era una herbolaria que fue acusada de brujería y, por lo tanto, condenada a la alta horca. Antes de morir, dijo que “el agua, el terror y el miedo en ese lugar iba a perseguir a sus habitantes”.

Nos cuenta Tura Soler que ya en la construcción del embalse se cobró la vida de varias personas y que los habitantes del pueblo tuvieron que abandonar sus casas cuando el agua crecía. Por su parte, un fotógrafo nos habla de las malas vibraciones que transmite el pantano, según le han confesado algunas de las personas a las que ha fotografiado allí: “Es un sitio en el que pasan cosas malas”.

Y no le falta razón. Vemos algunos de los titulares de sucesos que han tenido lugar en este pantano maldito: asesinatos, naufragios, desapariciones, suicidios, accidentes y diversas tragedias. El hecho de que no haya cámaras de seguridad, como cuando sucede algo así en la ciudad, hace que la investigación sea más compleja.

Las víctimas del último gran crimen cometido aquí son Paula y Marc: la noche del 23 de agosto de 2017 fueron a hacer kayak, pero no vuelven a salir del pantano. Dos días después, aparece el kayak medio hundido, rajado a cuchilladas y con piedras enormes “con la intención de hacerlo desaparecer”. El coche también estaba hundido, apartado de los cuerpos, que fueron hallados más de 30 días después en una masía que se oculta bajo el agua según el nivel del pantano.

La autopsia determinó que ella recibió un disparo en la cabeza y él recibió cuatro y heridas provocadas por un arma blanca (dos son post mortem). Jordi Magentí se convirtió en el principal y único sospechoso, después de que su coche fuera visto por la zona. Tenía antecedentes por haber asesinado a su mujer. Entró en prisión, pero fue puesto en libertad porque no hay pruebas sólidas ni una prueba material que pruebe su culpabilidad. El ADN no le vincula con las víctimas.

Por otro lado, hay un hombre que vive en una cabaña de la zona y este se convierte en sospechoso porque “es un hombre arisco que pone trampas para que nadie se acerque a su cabaña”. Tura Soler cree que este hombre, Bartomeu, era un testigo clave y que “algo sabía”. Dice la periodista que, a pesar de “ser raro”, era un hombre agradable con la prensa y charlatán. Cuando le preguntaban por el caso, se mostraba hermético.

Bartomeu murió: “Estaba tirado en una postura un tanto extraña”. Tura cree que fue asesinado, aunque la autopsia reveló un ataque en el corazón como causa de la muerte: “Es un misterio más”, considera ella. En la mesa de debate del plató, Tura confiesa que Bartomeu le llegó a decir que en el pantano todos tienen ojos, pero todo el mundo calla.