Cuando los vecinos de Lardero se enteraron de que Álex había muerto a manos de “ese señor que observaba a los niños desde su balcón” se apostaron en su portal, el lugar del crimen. Según fuentes policiales, llegaron a concentrarse en el número cinco de la calle Linares hasta 250 personas.
“Los vecinos pedían a la Guardia Civil que les entregasen a Almeida, que lo iban a matar”. Fue en ese momento cuando los agentes se dieron cuenta de que si salían con el coche policial por el lugar donde estos vecinos esperaban encolerizados iba a producirse otra desgracia.
Uno de los agentes que participó en la detención de Almeida le ha explicado a Miguel Ángel Oliver la estrategia que tuvieron que llevar a cabo para evitar que esas decenas de personas se abalanzasen sobre el coche patrulla que llevaba detenido al asesino:
“Los responsables del caso crean un señuelo, se hace creer a los vecinos que Almeida va a salir por la puerta en la que ellos esperaban, pero lo que hacemos es sacar a Almeida por la parte de atrás en un coche camuflado, estuvimos parados unos tres o cuatro minutos en esta escalera para asegurarnos que el señuelo había funcionado”.