Pablo Ibar lleva en prisión casi tres décadas acusado de haber ejecutado los llamados ‘Crímenes de Miramar’. El preso hispano – estadounidense ha sido juzgado en tres ocasiones, fue condenado a pena de muerte, pero finalmente cambió a cadena perpetua. 'Código 10' nos muestra el testimonio de su mujer, con la que se casó estando en la cárcel.
En la mañana del 26 de junio de 1994, dos individuos irrumpieron en un chalet en el estado de Florida. En ese momento se cometió el triple asesinato de Casimir Sucharski, propietario de un club y dos modelos, Sharon Anderson y Marie Rogers.
Andres Krakenberg, presidente asociación Pablo Ibar, apunta en 'Código 10' que las imágenes de videovigilancia grabaron lo sucedido y hay una imagen de uno de los individuos: "Alguien decide que Pablo se parece a la imagen de vídeo de videovigilancia y ahí empieza todo".
Desde entonces han pasado 30 años. Pablo Ibar pasó 16 de ellos en el corredor de la muerte, momento en el que un juez ordenó repetir el juicio por considerar que Ibar había sido condenado a partir de pruebas débiles y con una defensa ineficaz. En abril del año 2019, Pablo Ibar logró evitar la pena de muerte, pero fue condenado a cadena perpetua.
El relato de su mujer es desolador. Nos cuenta que cuando le conoció solo era un chico joven "el tipo de persona con la que todo el mundo quiere estar" aunque también "eran chicos jóvenes que intentaban ganar dinero haciendo cosas estúpidas, quizá vendiendo drogas, pero nada que fuera terrible".
Tanya cuenta que la noche en que ocurrieron los hechos, Pablo estaba con ella: "La noche de los asesinatos mi madre había viajado fuera de la ciudad para acompañar a mi hermana en su graduación, Pablo era alguien a quien había estado viendo y esa noche vino a mi casa". Su prima estaba allí también pero se acababa de ir a dormir: "Discretamente le traje a mi casa para que pudiéramos pasar un rato juntos".
A Pablo Ibar le acusaron tras ser detenido en junto a unos compañeros en otras circunstancias días después. En ese momento, alguien creyó que se parecía mucho a la persona que captaron las cámaras de seguridad y su coartada no sirvió.
En el primer juicio, Tanya pensó que podría empezar su vida con Pablo en casa pero no fue así, el jurado le declaró culpable y le condenó a la pena de muerte: "Mi sensación en ese momento... no puedo recordar lo que sentí, he preferido olvidarlo porque fue muy difícil", decía Tanya.
"Mi mayor miedo era que le quitaran la vida a un hombre inocente", continuaba diciendo Tanya que sin embargo decidió comprometerse con Pablo: "Es increíble cuando estás enamorado de alguien y crees en alguien".
Su primer hijo nació en 2007 y el otro en 2010: "Estoy muy agradecida de tener dos hijos preciosos a los que su padre adora". Para ella son "el testimonio de su amor" y espera que sepan que no se dan por vencidos.
En el nuevo juicio, se consideró determinante el vídeo que inculpaba a Pablo y se reiteró la pena de muerte, pero Pablo denunció a su abogado por no haberle proporcionado una defensa adecuada y prosperó en el Supremo.
En el último juicio aparecieron por primera vez unas pruebas de ADN minúsculas en la camiseta en la que supuestamente uno de los asesinos se habría limpiado el sudor, pero la defensa de Pablo alega que eran demasiado pequeñas y que todo apuntaría a una contaminación.
Una vez más, fue considerado culpable por el jurado, aunque en este caso se le condenó a cadena perpetua: "Fue devastador, es como si te arrebataran el aliento", decía Tanya, que añadía que lo más duro es que al día siguiente un miembro del jurado llamó al juzgado "para decir que había tomado la decisión equivocada. No solo eso, que la había tomado porque a él y a otras personas les había acosado ¿Así es nuestro sistema judicial? Así que pierdes toda esperanza, ¿Cómo va a creer Pablo que tendrá la oportunidad de volver a casa?"