César Román, conocido como ‘El rey del cachopo’, fue detenido en Zaragoza y condenado por el homicidio y descuartizamiento de su novia. Siempre lo negó ante el juez pero ahora ha remitido una misiva al juez en el que se declara culpable. ‘Código 10’ analiza con una grafóloga estas misivas.
El cuerpo de Heidi apareció tras declararse un incendio en una nave. Desde el principio, los bomberos sospecharon que había sido provocado y su mayor sorpresa llegó cuando en el interior encontraron una maleta en la que estaba el torso de una mujer, Heidi.
Las sospechas finalmente recayeron sobre César Román, que estaba en Zaragoza, se hacía pasar por cocinero y había cambiado su imagen. Sin embargo, alguien del local no tardó en reconocerle tras ver su imagen en televisión.
Fue condenado a 15 años de prisión por asesinato. Él siempre negó ser culpable pero en marzo de 2024, escribió de su puño y letra una carta en la que reconoce su culpabilidad, su mano en los hechos. Además, pedía perdón a la familia y se ofrecía para dar detalles sobre lo sucedido.
Se trata de una carta de cuatro folios en la que explica que su confesión se debe a que se ha encontrado con Jesucristo. Ana Isabel Peña, su letrada, dijo que era fruto de un arrebato, pero ‘El Rey del cachopo’ reaccionó rompiendo con su abogada y enviando una segunda carga reiterando su culpa.
Pero ¿Qué dice César Román con su letra y su forma de escribir? La grafóloga Sandra Cerro lo ha analizado en ‘Código 10’ y su sensación es muy clara: le parece “una escritura pensada y no sentida”, la ve “completamente inerte” y añade: “No se ven sentimientos”.
En su opinión, el detenido ha ensayado las cartas: “Tiene toda la pinta porque escribir tantas hojas seguidas sin cometer una errata ni un tropiezo es muy raro. Me da la sensación de que está muy pensado”.
La grafóloga cree que su intención es “cuidar su imagen” así como “quedar bien de cara a los demás”. De hecho, deteniéndose en el párrafo que pide perdón, le parece que su escritura está “muerta”.
“Hay un componente de narcisismo, de egocentrismo, entre el infantilismo que tiene, su inseguridad, el desapego social, como que todo le importa un pimiento, piensa en él, se regodea en su ego y quiere quedar bien de cara a los demás”, concluía.