David Aleman siente cómo le falta el aire tras pasar seis horas en un zulo: "¡Vamos!"
Una mujer ha logrado escapar tras ser secuestrada en un zulo
David Aleman pasaba seis horas en un zulo para transmitir sus sensaciones
El presentadora no aguantaba "ni un minuto más" pasadas las seis horas y no podía evitar el agobio al no poder abrir la trampilla
Una mujer escapó del zulo en el que asegura que su pareja la tenía encerrada. Ha denunciado que fue secuestrada, agredida y violada. Pero ¿Qué se siente estando encerrada en un lugar pequeño, bajo tierra, sin ventilación ni luz? David Aleman lo experimenta en primera persona y la experiencia resulta “insoportable” para él.
“Me he puesto en la piel de una víctima para experimentar la angustia”, decía David Aleman y es que esta mujer estuvo abandonada en un zulo de 1.70 de ancho y de alto, un habitáculo del que salió cortando las bridas que le ataban de pies y manos con algo que encontró y empujando la trampilla hasta que desplazó los objetos que la tapaban.
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El presentador de 'Código 10' ha querido experimentar qué se siente, la angustia de la víctima, estando en un lugar similar, aunque sin la incertidumbre y el miedo que ella debió sentir.
Sin luz y aislado a cinco metros de profundidad
Ha estado seis horas totalmente aislado y a oscuras a una profundidad de cinco metros. Su primera sensación era de un fuerte olor a basura, pero la primera hora y media pasaba sin problemas. A las tres horas, ya se había sentado: “Me da igual la suciedad o que haya bichos que se me suban, así descanso los pies”.
“Ya me estoy empezando a arrepentir de afrontar este reto, no soy claustrofóbico, pero como que me falta el aire”, confesaba el presentador y su sensación aumentaba con el paso del tiempo: “No quiero ni pensar lo que tienen que sentir las víctimas que están realmente encerradas sabiendo que pueden estar toda la vida”.
A las cinco horas, David confesaba que había estado a punto de “tirar la toalla” en muchas ocasiones y, a las seis horas, sentía una necesidad imperiosa de salir: “No aguanto ni un minuto más, esta experiencia ha sido insoportable”.
Es más, intentaba abrir la trampilla, pero durante unos segundos no se habría y no podía evitar gritar: “¡Vamos!”