Jesús Calleja lo tiene claro, conseguir la felicidad es su meta oficial en la vida. Pero el aventurero cree al respecto que no nos enseñan a ser felices desde pequeños. Jesús cree, además, que la gente no suele disfrutar con su trabajo y eso lo ve como un error. Viene a cuento recordar su época como peluquero, un trabajo que no le apasionaba pero que se propuso una meta, ser el mejor peluquero y hasta ganó un premio. Todo un ejemplo: “La suerte no viene, la felicidad hay que perseguirla”.