Tras aceptar llevar el caso de Javi, Caronte llega a la cárcel para tener la primera reunión con él. “Mi madre me ha dicho que vienes a defenderme, no sé cómo decirle que me deje en paz”, le dice Javi a Samuel Caronte, “mira esto, son los círculos del infierno, uno por cada año que pasé en prisión”, le explica a su cliente.
“Tu madre me ha dicho que eres inocente y los inocentes no tienen que pisar el infierno”, le dice. Pero Javi se muestra muy frío, “pareces un cura”, le contesta.
Caronte le hace una advertencia, que no le compre nunca droga a Merino, otro preso de la cárcel. La vende cortada y cuando él estuve preso, murieron dos personas. Javi no toma drogas, “espera que pasen unos meses”, le dice Caronte, y cuando no pueda dormir, va a acabar consumiendo. “Sé lo que se siente cuando se hace de noche, apagan la luz, te empujan en la celda y te quedas solo”, le cuenta, él no puedo dormir en tres meses.
Al final, Javi recapacita y acaba contándole al abogado todo lo que sucedió ese día del partido, “yo solo quiero que acabe esta puta mierda del juicio y todo eso”, le dice. “Que fui yo, que se me fue la olla y lo maté”, añade culpándose del asesinato del otro hincha rival.