En este segundo capítulo, Caronte se reencuentra con sus amigos de siempre. Unas cervezas, risas, una charla… todo parece iguala hace unos años antes de que el abogado pisar la cárcel por un delito que no cometió y esos mismos amigos no estuvieron a la altura.
Mientras tomaban algo comenzaron a cantar en el karaoke del bar de siempre. Pero cuando lo hizo Caronte, sus amigos del barrio se vinieron abajo. ¿Dónde estabas entonces, cuando tanto te necesité? 'Nadie es mejor que nadie. Pero tú creíste vencer. Si lloré ante tu puerta de nada sirvió. Barras de bar. Vertederos de amor. Os enseñé. Mi trocito peor. Retales de mi vida. Fotos a contraluz'. Con estas palabras de la mítica canción de El último de la fila, hizo que todos se dieran por aludidos por lo que sucedió hace años y se sintieron culpables.
Edu, uno de sus amigos, le pregunta si se encontraba bien, y Caronte no le puede ocultar que se siente muy decepcionado con ellos, ninguno fue a la cárcel y tampoco le llamaron por teléfono. Una traición que lleva muy dentro. “No teníamos que haberte dado la espalda, Perdóname tío. Por favor”, así se ha reconciliado con ellos.