El accidente, la pérdida de su bebé, la ruptura con Natalia… Caronte está en uno de sus peores momentos tras salir de la cárcel. Solo en casa, deprimido, triste… busca consuelo en el alcohol. Pasa varios días sin salir, solo bebiendo y fumando.
Solo es capaz de pensar en que el comisario Paniagua le ha destrozado otra vez su vida, el ruso le confirmó que fue él quien les pidió que le matara. Totalmente desesperado, Caronte decide hacer una locura. No puede más y por la noche coge su arma y se va directo a la comisaría.
Una vez allí le espera fuera dentro del coche. Cuando le ve salir, coge su pistola y le sigue. Está muy cerca de él, le grita Paniagua, y dispara sin pensárselo dos veces. Solo que esto no es real, solo ha sido un sueño.
Aurelio le despierta y se da cuenta de que su amigo está muy mal, y más cuando descubre que podía haber cometido una locura con la pistola. Le dice que en lo que sea le puede ayudar, le avisa que no puede seguir así…