Aurelio está investigando la pistola que mató a Jorge. Una compañera le revela que es un arma muy rara, “es bastante llamativa”, le cuenta. Es rusa, es una Makarov de nueve milímetros, es poco común “excepto por un lote que decomisaron los tuyos hace unos meses”, añade.
Este dato a Aurelio le llama mucho la atención, así que decide investigarlo. Y solo hay una manera, tiene que entrar en el almacén de decomisos y ver si están ahí el resto de las pistolas. Si son las mismas, podría estar relacionada la muerte del policía con la comisaría, es decir, alguien pudo tener acceso a ella.
Uno de sus compañeros, el Cojo, es el encargado del almacén. Se sienta muy cerca de él y sabe dónde guarda la llave. En un momento de despiste del agente, Aurelio decide cogerla y entrar en el almacén. Tras mirar en varias cajas, encuentra la que estaba buscando: allí están otras dos armas idénticas a la que mató a Jorge, el asesino de Vanesa.
Cuando se coló en el almacén, la cámara estaba grabando. Y uno de las secuaces del comisario le cuenta a Paniagua que Aurelio estaba fisgoneando en el almacén. El comisario quiere que sus manos derechas estén encima de Aurelio, sabe que algo oculta…