Tras la explosión en un vivero, los bomberos y la policía encuentran el esqueleto de un cadáver. La principal sospechosa es Rosa, la dueña. La Fiscalía va a acusar a la madre y a la hija de homicidio, todavía no sabe a quién pertenecen esos huesos óseos, solo que llevan bastante tiempo allí emparedados.
Marta Pelayo llega a la comisaría para hacerse cargo del caso, ella las conoce bien porque su madre era cliente de ese vivero desde que tiene uso de razón. Así que quiere ayudarlas.
La explosión fue por un escape de gas en el vivero, Rosa y Adela vivían allí, era negocio y vivienda. “No sabemos quién es el muerte pero lo lógico es pensar que ellas lo pusieron allí”, le dice Caronte a su socia. ¿Y el padre? Marta le explica que las abandonó, se fue a vivir a Alemania y nunca volvió. “Pudo ser él perfectamente, mató a esa persona, la emparedó y se largó”, le dice la abogada.