En España hay treinta mil personas que deambulan por la calle sin un techo donde cobijarse.
Durante el día, mientras unos se dirigen al trabajo o a la compra otros piden dinero para poder subsistir.
En la madrileña Plaza Mayor una pareja toca el acordeón a todas horas. Es la única forma que tienen de ganar algo de dinero.
Dos camareras de un bar cercano comparten calle con ellos. Una está harta de la música y la otra asegura que podrían ser sus propios padres. "Yo siempre doy dinero a la gente que pide", asegura.
¿Nos hemos acostumbrado a ver a gente durmiendo en el suelo?.
La mayoría de las personas que se encuentran en la calle también han tenido un hogar y un trabajo.
Rufino lleva un año durmiendo entre cartones. La empresa en la que trabajaba tuvo que cerrar y el ha decidido vivir en la calle. Con su pensión podría alquilar una habitación, pero no quiere. Así se siente libre, asegura.
A María, una ruptura matrimonial le dejó en la indigencia. Lleva cinco años acudiendo a albergues a dormir, pero el día lo pasa "como un perro callejero", según ella. Su cara está llena de cicatrices de los golpes que ha recibido de su compañero sentimental. Y todo ocurre en las mismas calles donde unos se dirigen al trabajo y otros piden limosna. Hay dos mundos que están tan lejos y tan cerca.
"Dos mundos", es un reportaje de Sonia López