Laura tiene una cafetería vintage en Malasaña: “Aquí puedes ver a la vecina que baja a comprar el pan en zapatillas de estar por casa y al moderno de turno con su portátil y su bicicleta haciendo la compra” añade escoltada por hipsters montados en bicicletas clásicas “son a la Malasaña actual lo que eran los jóvenes de la Movida en los 80” explica Juan Carlos historiador y vecino del barrio desde hace 30 años.
El barrio de Malasaña mantiene su esencia dinamizadora “aquí surgió la Movida Madrileña, ahora se han asentado jóvenes diseñadores y artistas que se mezclan con las familias de toda la vida” afirma Juan Carlos. “Es como un pueblo solo que a cinco minutos de la Gran Vía”.
Teatros, bares, tiendas vintage, restaurantes centenarios forman parte de la oferta de este barrio que nunca duerme. Al caer la noche los jóvenes y los vendedores ambulantes toman las calles. Unos para beber en la vía pública, pese a que se juegan ser multados con hasta 600 euros, y otros para hacer negocio vendiendo latas de cerveza a un euro. Para los que no quieran pasar frio Malasaña ofrece pubs y discotecas para todos los gustos. Los nostálgicos pueden visitar El Fabuloso y codearse con famosos, Alaska y Mario Vaquerizo son asiduos a este local madrileño o escuchar punk y rock en el Weirdo.
Malasaña es tan moderno que tiene su propio héroe. Agustín García se calza unas mallas y la capa para convertirse en Malasaña Man “100% buen rollo” ese es el poder de este héroe de barrio.
La cara B de este barrio de contrastes es que pese al esfuerzo de comerciantes y vecinos la prostitución sigue formando parte de Malasaña. En las calles Desengaño y Ballesta clientes, prostitutas y vecinos se mezclan desde hace décadas. “Esta imagen perjudica al comercio” asegura Beatriz, propietaria de una tienda de moda en la calle Desengaño “si me dan a elegir entre que haya prostitución o que no te diría que no, pero se sobrelleva, si no lo soportara no estaría aquí” concluye.
Malasaña es un reportaje de Sara Puertas.