“Este es un barrio normal, con gente buena y gente mala como en todos lados”, según Alba, quien acompaña a su amiga Mari en un paseo a bordo de su nuevo descapotable: “En algo hay que invertir para matar el tiempo”, afirma tras haberse quedado parada y a la espera de que su marido, a quien lleva ropa al centro penitenciario, salga de prisión. “No he leído la sentencia, pero está entre rejas porque la tienen tomada con él, no es ningún delincuente”, asegura.