“Oye, vente para acá que hemos localizado tu coche”. Un policía local de Sevilla encuentra en una calle de la ciudad un coche que fue robado hace varias semanas. “Coincide que es de un amigo mío”, confiesa. Minutos después ambos se funden en un abrazo. “No sé cómo pagártelo”, respondió el dueño del vehículo.
Mientras, la policía de Villanueva del Pardillo, en Madrid, desarticula a una banda local que trafica con droga. Aparte de unos gramos de estupefacientes, se les incautan varios teléfonos móviles. “Mira qué solicitado está en apenas unos minutos”, confiesa el agente mientras los teléfonos que tiene en su mano no paran de sonar. Horas después tienen que perseguir a un vehículo que se ha saltado un control de alcoholemia. “Hay que hacerle la prueba porque lleva una….”, confiesa el policía que se había acercado a identificarle. El conductor no puede hablar, se trastabilla al andar y hace mal la prueba de detección de alcohol, algo tipificado como delito en el código penal.
Noche lluviosa en Bilbao. Los Udaltzaingoa, -policías locales de la ciudad-, reciben una llamada. En una discoteca ubicada en una galería ha habido una pelea. Los agentes llegan con su perro y tratan de organizar el caos. Gritos, aglomeraciones, un joven sentado en el suelo con la ropa llena de sangre…”Ese, ha sido ese”, señalaba otro joven alterado. “Tú cállate y vete de aquí”, responde uno de los individuos que estaban en la puerta de la discoteca y presunto autor de la agresión. “Ya sabéis lo que pasa cuando hay alcohol de por medio”, contaba un testigo. El perro ladra, y los agentes tratan de dispersar a la gente. Crece la tensión. Unos se esconden, otros se acusan. Al final, una persona es conducida a comisaría con las esposas puestas.
“¡Puta, puta, puta…..! Saca el hacha, saca el hacha! Una mujer descalza y con aspecto desaliñado grita en una calle de Sevilla. “Debe haber estado en un hospital porque tiene unas calzas higiénicas de sanatorio”, comenta uno de los agentes que acuden en su ayuda. “Hay que llamar a una ambulancia”.
En cuanto llega, se montan en el furgón y acuden a prestar otro servicio. Una mujer ha llamado pidiendo ayuda porque ha escuchado gritos entre un matrimonio. “Podríamos estar ante otro caso de presunta violencia de género”, aclara una agente.
Policías Locales es un reportaje de Jalis de la Serna.