Vecinos del barrio madrileño de Usera denuncian la gran presencia de tarjetas sexuales en las calles: “Es repugnante”
El reportaje de 'Callejeros' sobre la prostitución en este programa titulado ‘Mi cuerpo tiene un precio’
Muchos vecinos de Usera denuncian la presencia de tarjetas de servicios sexuales en las calles
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En este programa de ‘Callejeros’ titulado ‘Mi cuerpo tiene un precio’, la periodista Silvia Ruiz recorre España para comprobar cuál es el panorama de la prostitución en España. En el barrio madrileño de Usera, se encuentra con un grupo de vecinos que denuncia la alta presencia de tarjetas con anuncios de servicios sexuales por la calle.
Casi un tercio de los hombres reconoce haber pagado alguna vez por tener relaciones sexuales, y se calcula que en España puede haber más de 100.000 prostitutas. En ‘Callejeros’, la periodista y reportera Silvia Ruiz recorre España para entrevistar y recopilar testimonios acerca de la prostitución, la pornografía y otras prácticas de temática sexual en las que muchos encuentran un sueldo.
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Las aceras y los parabrisas del barrio obrero de Usera, en Madrid, están llenas de tarjetas que ofrecen servicios sexuales en la zona. En ‘Callejeros’, Silvia Ruiz se reúne con un grupo de vecinos que lucha contra esta práctica: “Estamos en una zona en la que hay dos colegios, esto está en el itinerario escolar, es repugnante”, expresan.
Estos vecinos denuncian que divisan por las calles de su barrio a mujeres que han sido forzadas: “Yo he llegado a ver llevar a una chica que no se tenía en pie y la llevaban forzada. Todo eso, como vecinos, lo hemos pasado a la Comisaría de Usera. Puede haber trata de blancas, explotación, puede haber de todo”, alertan.
En ‘Callejeros’ y con la colaboración de uno de estos vecinos, llamamos a varios de estos negocios que ofrecen actividades sexuales. Los dos coinciden en el precio: 80 euros por hora.
Cuando nos dirigimos a los locales, que se encuentran en el mismo barrio de Usera, en uno no abren la puerta y en el otro, el hombre, con acento extranjero, asegura no saber la respuesta de si regenta o no un prostíbulo: “No lo sé, no lo sé. Yo solo vivo aquí. No lo sé”, balbucea.