Al nordeste de Italia se levanta este museo al aire libre construido en una laguna sobre el mar Adriático: es Venecia.
400 puentes hacen la vida más fácil a la hora de moverse por las 120 islas que componen este archipiélago declarado patrimonio de la humanidad desde 1987.
En el puente de Rialto, se esconde la foto más famosa de Venecia. Fue el único punto donde antaño se podía atravesar el gran canal. En el puente de los puñetazos los que perdían las lides se tiraban al agua.
Góndolas, taxis y vaporetos son los vehículos que forman parte de la vida cotidiana de los venecianos. Las góndolas son una barca construida a propósito para la ciudad. Las vaporeaos podrían equipararse con el autobús y los taxis son muy caros. Veinte minutos de travesía cuesta sesenta euros.
Seis barrios convierten a Venecia en una de las ciudades más bonitas del mundo. Sólo la plaza del céntrico San Marcos fue definida por Napoleón como “el salón más bello de Europa”.
El agua de sus canales, una mezcla de agua de mar, orines y agua de fregaderos y lavadoras, ayuda a calmar el trasiego de los turistas. En temporada alta éstos pueden llegar a duplicar la población de Venecia. El año pasado visitaron la ciudad 33 millones de extranjeros.
Del esplendor de épocas pasadas dan cuenta los palacios a lo largo del Gran Canal. Las familias más ricas competían por tener los mejores palacios sobre el canal más grande. Hoy, la mayoría se han convertido en hoteles de lujo de hasta 4000 euros la noche.
Una vida anfibia la de los venecianos que mantienen el carácter mercader de una ciudad que por difícil que parezca también tienen su rutina.
El agua condiciona completamente la vida de los venecianos que viven sobre el agua.
Un reportaje de Gemma Mendez