Callejeros Viajeros: Oporto

cuatro.com 07/05/2010 14:26

El centro de Oporto está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En él se puede degustar una buena francesinha- el sándwich típico de la cocina lusa moderna-, agudizar el oído con un buen fado y, cómo no, beber un vino de Oporto a la vera del Río Duero. Un país en el que "hay poquita gente con mucho dinero, algo de gente con algún dinero, y mucha gente con muy poco dinero", resume Jorge aclarando la diferencia de clases que existe en Portugal. Una casa oscila entre los 30.000 euros de San Pedro de la Afurada y los 1.200.000 euros del resort Vale Pisao. Esta brecha también se vive en la calle. Precisamente en la Afurada puede verse una de las imágenes más pintorescas de todo Portugal. Mujeres lavando en antiguas pilas que odian el invento de la lavadora. Fue la primera imagen que se le quedó a Ana Belén, una gallega afincada en Oporto desde hace varios años. "Ver mujeres cargadas de barreños en la cabeza es la cosa más normal en este pueblo", afirma con media sonrisa en su rostro. La misma que se le dibuja a Emilio cuando una mujer que ha conocido apenas un minuto antes, le regala una botella de vino asaltando para ello su propia casa: "Oporto es así. La amabilidad extrema es lo mas característico de este país", cuenta.

Una ciudad donde el sueldo mínimo es de 450 euros pero, sin embargo, no paran de circular coches de alta gama y la comida es más cara que en España. Lina, portuense de nacimiento, reconoce que una vez al mes se acerca a Galicia a comprar su pescado: "Incluso con el gasto de gasolina me sale rentable". También lo es salir de marcha por la noche. Acorde al poder adquisitivo, la cerveza es la protagonista en la madrugada portuense, ya que por tan sólo un euro se puede degustar una. Oporto, una ciudad visitada por miles de turistas y donde el español centra todas las miradas: "No pasamos desapercibidos como cualquier otro extranjero. Para bien y para mal, para ellos somos únicos", sentencia Beatriz.

Oporto es un reportaje de José Miguel Almagro y Carlos Bermejo.