Aquí la mitad de sus habitantes viaja en bicicleta por la capital bávara. "Incluso hay controles de alcoholemia, y si das positivo, te quitan el carnet de coche", cuentan.
En un barrio residencial de las afueras de la ciudad, Mariola confiesa que su chalet, aparentemente normal, le ha costado 700.000 euros por una simple razón. "Aquí primero se valora la zona, después la zona y por último la zona. De hecho, esta casa un poco más lejos costaría solo 200.000 euros", reconoce. En uno de los barrios más acomodados del centro, una casa de cuatro habitaciones y 100 metros cuadrados, viven una española, su marido alemán-" nos enamoramos en Austria, me empezó a hablar, a hablar y hasta hoy", confiesa- les cuesta 1100 euros al mes. Por un apartamento de 30 metros cuadrados en la zona bohemia de la ciudad, se paga 500 euros. Eso sí, "como pepino con pan", cuenta una mujer con pocas posibilidades económicas que vive junto a sus tres perros.
Desde hace 200 años se celebra en Munich el Oktoberfest, o festival de la cerveza, una tradición inventada para celebrar el banquete de bodas de Luis I de Baviera y Teresa de Sajonia- Altenburgo. Aquí básicamente se bebe cerveza y se disfruta del momento. Son 15 días en los que la ciudad triplica su aforo, y los seis millones de personas se beben 7 millones de litros de cerveza.... caliente. Durante estas dos semanas los alemanes se transforman. Su seriedad da paso al desenfreno. Mientras una mujer coge el culo a un hombre, otra se quita las bragas y las pone encima de la mesa de madera repleta de jarras vacías. "Todo vale, la ciudad y sus gentes abren un paréntesis en sus vidas antes de volver a la normalidad", reconoce una alemana que vivió nueve años en Málaga.
Una "normalidad" repleta de parques, de lagos, de estanques, de pequeños vestigios de campo en plena ciudad... y de mar. "Aquí es donde hacemos surf", cuenta un canario afincado en Munich que cada día va con su tabla bajo el brazo hasta el paso del río Eisbach. Una ola artificial es el lugar de recreo de turistas y aficionados que añoran las grandes olas de Hawai.
Antes, habrán desayunado alguno de los 15 tipos de salchichas que hay en las carnicerías alemanas. -"Hay que quitarle el pellejo porque es de mala educación comérsela con ello", cuenta una rubia española que bien podría parecer una teutona más-. ¿Para acompañar el desayuno? Una jarra de cerveza, cómo no. Todo por 2,90 euros.
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