Del Erasmus español (piso compartido y pizza para cenar), al de Odegaard: lujo, restaurantes y un gol en un año

cuatro.com 20/01/2016 13:00

Hay muchos tipos de Erasmus. Los hay en los que no das un palo al agua y te pasas un año de fiesta, en los que eres responsable y evitas las comunas en tu casa de estudiante. También puedes mezclar las dos cosas y pasar una de las mejores épocas de tu vida. Y luego está el de Martin Odegaard en Madrid. Las diferencias son bastantes entre un estudiante que tiene que sobrevivir día a día con lo que pueda, comer pizza, aguantar a tus compañeros de piso y estudiar, y estar en Madrid viviendo con todo tipo de comodidades, comiendo en los mejores restaurantes y tener como obligación meter una pelota entre tres palos.

Lo primero que hace un estudiante antes de irse de Erasmus es elegir destino. Es decir, ir a Google, y empezar a buscar lugares del mundo en el que puedas estudiar lo que quieres y que no se viva mal, "¿Dónde ir de Erasmus? ¿El mejor destino de Erasmus para españoles? Y así hasta que decides pasar nueve meses de tu vida, por ejemplo, en Oslo. Después empiezas a mirar precios de la ciudad, una casa que no te pille lejos de la universidad y las preocupaciones cotidianas que vas a tener lejos de tus padres: "¿Quién me va a planchar? ¿Quién me va a hacer la comida? ¿Hará tanto frío como dicen? ¿Encajaré con el resto de estudiantes? Ésta última pregunta, cambiando estudiantes por futbolistas, es la única en la que Odegaard puede coincidir con un joven español que decida emprender su aventura lejos de su hogar.

Odegaard no llegó y se puso delante del ordenador para ver dónde jugaba. Lo tuvo más fácil aunque tardó más tiempo. Una por una se recorrió las ciudades deportivas de los mejores clubes de Europa: Bayern, Liverpool, Arsenal o Real Madrid. Todos le querían y él elegía. Más o menos, como decidir entre Oxford y Cambridge. El Madrid se llevó a la joya europea y le dio todo tipo de comodidades. Unas facilidades que no tuvo Diana Grajales, estudiante de Bioquímica y Ciencias Biomédicas, que pasó nueve meses en Oslo en una aventura diaria, y que solucionó su dilema entre Roma y la capital noruega con unas cervezas de por medio en una tarde.

La primera gran diferencia de Odegaard con un Erasmus normal es el dinero. Con varios ceros de más en la cuenta corriente todo es más fácil. No tienes que compartir piso con una rusa o una etiope, los metros cuadrados en casa te sobran y las peleas por el baño, la nevera, el mando de la tv o los ruidos a deshoras que no te dejan dormir... No existen. Todo es tranquilidad para centrarte en lo tienes que hacer. Los 350€ que reparte el ministerio Educación entre los 12.500 erasmus del curso 2015-2016 no vienen mal, pero para sobrevivir necesitas la ayuda de tus padres.

Si hay algo que preocupa a una madre de un hijo/a cuando está fuera es la comida: "¡Come bien!" "¿Tienes la nevera llena?" "¡No comas todo el rato lo mismo!" Alguien que se ha ido de Erasmus sabe que es la primera mentira que le cuentas a tu familia para que no esté preocupada. De la pizza y los noodles es difícil pasar y hacer la compra es misión imposible. Calcular el precio de cada cosa, con el cambio a euros correspondiente, para ajustar al máximo la lista de la compra. No estás para elegir entre carne y pescado o ir a un restaurante. Algo que sí es habitual en Odegaard. Una paella, un buen trozo de carne o un pescado. El menú puede ser variado si no hace falta que saques la calculadora del móvil para ver si te lo puedes permitir.

Después de la casa y la comida, lo que más te preocupa es: "¿cómo llegó a la universidad?" "¿voy en metro o en autobús?" Por suerte, en Oslo hay mucha variedad de transporte y entre el tranvía, el metro y el autobús no es difícil moverse por la ciudad, aunque el abono valga casi lo mismo que un depósito de gasolina. Un 'problema' que no existe para Odegaard, porque además de que aún no tiene edad para conducir, el coche va con chófer. El transporte es pan comido.

Y no es lo mismo congelarte los pies en el camino del campus universitario en Oslo por el campus de la universidad, que estar en la residencia de Valdebebas con gimnasio, sala de juegos, habitaciones para descansar, piscina y comedor. Además, tus 'compañeros de clase' no tienen el mismo glamour porque cruzarte con Ronaldo Nazario un día cualquiera es difícil de igualar.

Pero una de las grandes diferencias es la manera de ocupar tu tiempo libre y las fiestas. Las 'kitchen-parties' (fiestas en la cocina) son el 'abc' de un Erasmus, oportunidad para charlar tranquilamente, no gastar demasiado y relacionarte con personas de tu edad. Eso sí, patatas fritas, la pizza de turno y poco más. En Madrid sobran las palabras de lo que puedes hacer, aunque siendo menor de edad las posibilidades se reducen mucho, pero una visita de amigos y unas partidas a la videoconsola son fáciles de organizar.

Los examenes vienen a ser lo mismo que un partido pero con público, lo importante es aprobar y si puedes sacar nota, mejor que mejor. Diana Grajales pasó con nota su experiencia en Oslo, Odegaard en Madrid, necesita al menos mejorar. Un gol en un año no es para sentirse orgulloso. Y eso que no ha podido tener más comodidades para un Erasmus. Entre una experiencia universitaria en Oslo y una en el Real Madrid hay un abismo... Dos Erasmus, dos maneras de ver la vida y dos resultados muy distintos de 'aprovechar' un año.