¿Se puede aprender a conducir con un videojuego? Las autoescuelas se apuntan a la moda de los simuladores
La realidad virtual y los simuladores quieren llevar la experiencia de los videojuegos a un nuevo nivel, desarrollando aplicaciones prácticas en sectores como el turismo o la arquitectura. Ahora son las autoescuelas las que se suman a la moda de los simuladores aplicados a la educación vial.
Hace unos días pudimos leer en Playmi sobre autoescuelas que enseñan a conducir con videojuegos, y este lunes hemos conocido que el simulador de conducción de Indra ha recibido el premio PREVER en I+D+i. ¿Pero pueden realmente los videojuegos enseñar a conducir?
Los simuladores son, en esencia, videojuegos que han entrado con fuerza en el ámbito educativo y formativo. Desde simuladores bélicos para entrenar a futuros soldados, pasando por simuladores de vuelo para pilotos en formación, vehículos de obras para conductores de maquinaria pesada y hasta las autoescuelas, uno de los últimos sectores en apuntarse a la moda de la simulación formativa.
No aprenderás a conducir con tu Need for Speed
Sagas de conducción hay muchas, la mayoría ambientadas en el mundo de los deportes de motor en circuitos oficiales o urbanos, pero por muchas horas que dediquemos a los Forza, Gran Turismo, Project Cars o Need for Speed, nuestra habilidad real de conducción no mejorará en términos generales.
Si lo harán nuestros reflejos y capacidad de reacción, e incluso mejoraremos la experiencia utilizando volantes y pedales de calidad, pero los videojuegos están orientados a la acción y velocidades extremas, un componente que debería de quedar fuera de las carreteras.
¿Entonces para qué sirven?
Los simuladores son una nueva forma para familiarizarse con el entorno real sin salir de una habitación. En el caso de las autoescuelas, es una herramienta perfecta para que el alumno aprenda las reglas de seguridad vial antes de ponerse al volante de un vehículo real. Una especie de transición entre los libros y tests y la carretera.
Vivir situaciones límite sin riesgo
El punto fuerte de los simuladores es la capacidad de generar situaciones críticas sin consecuencias para el alumno. Forzar la máquina para saber cómo reaccionar ante un accidente o un pavimento deslizante; que el alumno sea consciente de su pérdida de atención cuando escribe en su teléfono móvil o lleva la radio demasiado alta. De la misma manera que un piloto entrena un aterrizaje forzoso en una pista demasiado corta.
Es en estas situaciones simuladas donde los aspirantes a conductores pueden realmente aprovechar la oportunidad de los videojuegos adaptados al aula. Simuladores que nunca sustituirán la práctica real, pero que completarán la formación de los alumnos. Alumnos que, dependiendo de la autoescuela, tendrán que pagar un suplemento por utilizarlos.
El futuro llegará con la realidad virtual
Si hay una tecnología que revitalizará en los próximos años el negocio de los simuladores es la de la realidad virtual. Ya ha habido numerosas iniciativas desde la popularización de Oculus Rift y en cuanto se produzcan mejoras en el apartado gráfico, las gafas de realidad virtual irrumpirán con fuerza en diversos sectores formativos.