Zapatillas o calas

cuatro.com 19/09/2014 10:43

Hace unos años practiqué el ciclismo de montaña popular y alguna etapa de carretera. Desde hace once años solo corro, pero voy a intentar recordar algunas de las sensaciones de cada uno de los deportes.

Recuerdo mi primera bicicleta de montaña, un hierro con dieciocho velocidades y alrededor de 14 kilos a mover.

La experiencia de recorrer caminos de montaña por el norte de Euskadi y Navarra puede parecer inolvidable, así es, a mi no se me olvidan los entre treinta y sesenta minutos de subida continua con unas pendientes considerables, que solíamos hacer los domingos para llegar a alguna cima. La bicicleta de montaña era un ejercicio explosivo, las pulsaciones se ponen al límite en las subidas cuando los desarrollos no dan más de sí y comienza la agonía en cada pedalada. Velocidades de 5 o 6 kilómetros por hora permiten que algunos montañeros te adelanten en las subidas, algo que ahora he hecho alguna vez corriendo por cuestas. No es difícil encontrar pendientes del 18 por ciento por el campo y dos o tres kilómetros así son un sufrimiento continuo que no se puede regular porque si vas más despacio te caes. Mantener las pulsaciones por encima de 180 durante quince o veinte minutos es complicado. Evidentemente no hablamos de paseos si no de escapadas a la sierra. Superada la cuesta continua la bici se convierte ya en otra cosa, las bajadas son recuperación y disfrute técnico. En llano es muy fácil regular y te permite hacer el esfuerzo deseado en cada momento. Dos horas de bicicleta de montaña los domingos bastaban para estar cansado todo el día. Entre semana entre hora u hora y media era suficiente.

La segunda bicicleta ya con cuadro de aluminio, bastante más ligera, la fui comprando y montando pieza a pieza, prefiero no calcular lo que me costo.

Mis pequeñas etapas en carretera las hice con la bici de montaña y unas ruedas lisas estrechitas. Llegue a hacer salidas de hasta 140 kilómetros. El principal hándicap de reconvertir una bici de montaña a carretera era que bajando me quedaba atrás siempre. Los desarrollos de carretera son duros y se alcanzan fácilmente velocidades de 80 kilómetros hora, yo a 60 iba despendolado.

Cuando sales por carretera a andar en bici no es a dar un paseo, normalmente se sale en grupo y quedarse solo es algo que no te puedes permitir. Así se entiende lo que es chupar rueda, en eso era un experto. Recuerdo que se me daban bien los puertos de hasta el 6 o 7 por ciento de pendiente, me sentía fuerte e iba adelante, si era más empinado siempre por detrás y cuanto más, más atrás. Pero la bici de carretera con un poco de entrenamiento permite estar cuatro o cinco horas pedaleando. Los márgenes de recuperación son amplios en función del terreno y la velocidad a la que te lleven. Cuatro horas para estar derrotado el resto del día. Entre semana alrededor de dos horas.

Cuando empecé a correr comprobé lo que dicen los expertos, los músculos que se ejercitan andando en bici no tienen nada que ver con los del corredor. Al principio correr veinte minutos era un mundo y llegaba a la extenuación entre otras cosas porque nunca he sido capaz de regular bien. Las sensaciones al correr son muy diferentes a las de la bicicleta, cuando llegas al umbral de sufrimiento la capacidad de regular es mucho menor porque la inercia es cero y eso se nota. Es verdad eso de que si se supera el sufrimiento se puede seguir corriendo pero es normalmente más largo y duro que el del ciclismo. Sin embargo en bici la experiencia de sufrir una pájara es impresionante, incapacidad física y semiinconsciencia poner al cuerpo a un límite donde corriendo nunca he llegado porque me he parado antes.

La capacidad de hidratación y alimentación es mucho menor corriendo, se considera menos importante en los entrenamientos. No se sale a andar en bici sin agua y alimentos, es un delito. Sin embargo corriendo es lo normal, yo creo que debería de ser considerado igual de importante en ambos deportes.

Setenta minutos los domingos te dejan lo suficientemente cansado. Cuarenta y cinco entre semana es lo que mi cuerpo soporta dentro de una jornada laboral.

Paso a paso y sin perder de vista el suelo.