Dani 22 años, mi sobrino, el pasado mes de octubre sufrió un accidente de tráfico grave, entre otras cosas rotura de muñeca, codo, tobillo y fémur. Un deportista, gimnasio, correr, tenis y un poco mujeriego. Yo con 25 años sufrí también un accidente de tráfico grave pero del que sólo me quedaron pequeñas secuelas estéticas, nada comparable.
Después de una experiencia de ese tipo enseguida eres consciente de que has vuelto a nacer y de que renaces con los valores cambiados. Por eso se que Dani será corredor, ya lo era, aunque discontínuo, y ahora sólo por el sufrimiento padecido será capaz de correr mucho y muy bien, bastante mejor que yo. El viernes 28 de febrero nos vimos en Almería, que es donde vive. Con ayuda de unas muletas Dani ya es capaz de andar, después de cinco meses de sufrimiento y varias operaciones ¡da sus primeros pasos! ¡Un pequeño paso para el hombre un gran paso para él! Es disciplinado y cabezota, cada día tiene fisio y muchos ejercicios duros que hacer, y los hace. En cuanto esta de pie le ves girar el tobillo, la muñeca, doblar la rodilla es un vaivén permanente. Un plan de entrenamiento seguramente peor que el de una maratón.
El sábado 1 de marzo a las ocho de la mañana me puse las zapatillas y corrí por el paseo marítimo de Roquetas de Mar, kilómetros de agradable carrera pegado al mar con una temperatura idónea. Empecé a cruzarme con gente, blancos, negros, andando, corriendo, en bici, alemanes, ingleses, españoles. Me llamó la atención el gran número de corredoras maduras que iba viendo, (otro tema para el blog). Avanzaba por un carril bici siempre con el mar a la izquierda y una línea de chalets y hoteles a la derecha. Iba ligero y cuatro kilómetros después las edificaciones desaparecen, el mar sigue a mi izquierda y a la derecha en el fondo aparece otro tipo de mar de color blanco, son los invernaderos, se acaba la realidad del turismo y empieza la de la inmigración que es bien diferente.
Al mediodía toda la familia salimos a tomar las típicas tapas almerienses, (¡Qué gran tradición!), era el primer día que Dani tapeaba después del accidente y lo primero que me preguntó fue si había ido a correr, ante mi respuesta afirmativa, me contó algunas de sus carreras, cuando arrasaba a sus amigos y cuando hacía más kilómetros de los que yo soy capaz de aguantar. Por la noche cenamos unas pizzas, es su comida preferida, hablamos del blog y de sus novias, entre otras cosas. El buen humor y la gracia andaluza le ayudan a llevar los momentos duros. Se ríe de mí y conmigo pero demuestra tesón, fuerza y mucha capacidad de sufrimiento. Esos valores son propios de un corredor.
El domingo 2 volví a madrugar para trotar, vi amanecer según avanzaba e iba descubriendo algunos de los lugares más turísticos de Roquetas. Corría por el mismo sitio donde quizás este verano solo pueda caminar con Dani pero donde seguro que algún día trotaremos.
Paso a paso y sin perder de vista el suelo.