Gran cita del año La 50 Behobia - San Sebastián domingo 9 de noviembre, 20 sinuosos kilómetros que requieren de una preparación concienzuda. Miro la previsión meteorológica 100% de probabilidad de lluvia, 6 de mínima, 12 de máxima y 20 kilómetros por hora de viento.
Me muevo entre él ¡Qué güevos pinto yo ahí! y el ¡Cuanto más duro sea mas güevos le echo! Conseguir el reto llegar a la meta en carreras con condiciones infernales produce una satisfacción que no te quita ni la posible pulmonía. He de decir que ayuda mucho planificar un fin de semana gastronómico festivo acompañado de amigos corredores, pero sé que cuando me dirija a la salida como en los últimos cinco años a mi cabeza volverá él ¡Qué güevos pinto yo aquí pudiendo estar en la cama calentito! Echaré a correr y los cinco primeros kilómetros seguiré pensando eso, a partir del 6 irá cambiando el pensamiento hacia el ¡No voy tan mal! y en el quince se convertirá en el ¡No puedo más me paro! Apretare puños y dientes, en contra de las recomendaciones del dentista, y empezará el reto de vencer mentalmente a un cuerpo agotado que se coordina raro y solo. Pero esa es una de las claves, si en ese momento no estoy solo, si no acompañado de algún amigo corredor, estoy seguro de que llegaré y nos abrazaremos en la meta por conseguir, una vez más y con un año más, superar el objetivo que nosotros mismos nos ponemos año tras año. Después nos reagruparemos y lo celebraremos con una buena comida bien regada de vino, de historias y sensaciones de una mañana de domingo en la que 33.000 locos cuerdos han decidido martirizarse a la vez.
Pero ¿Cómo se llega hasta aquí?
Primero con la convicción de que el ejercicio físico es fundamental, que es una forma de vida, que permite mantener el cuerpo y la mente en un estado de bienestar que no sé cuánto durará, pero ya son unos cuantos años. Crear la necesidad de practicar deporte pero sin ansiedad, creo que es la clave para poder seguir así muchos años aunque el reloj biológico indique lo contrario.
Mucha gente dice que correr es un machaque físico, que después de dos meses corriendo les duelen las rodillas u otra cosa. Eso es lo normal, acabáis de activar el cuerpo, darle tiempo para adecuarse al nuevo ejercicio, para recuperarse de sus nuevas dolencias y reforzar los músculos que se han activado. Sin duda podréis seguir, regulando, marcándose objetivos alcanzables, dejando de lado la ansiedad y el afán de superación, ese viene solo.
Y el otro ¿Cómo se llega hasta aquí?
Tengo claro que para una prueba de este tipo es fundamental el entrenamiento, pero al final si no es una cosa es otra, nunca consigo llegar en las condiciones adecuadas ¡Otro año más soy una incógnita! He entrenado, pero ni tanto, ni como debía, cualquier impedimento y/o excusa ha sido bueno. La fuerza de voluntad ha perdido cierta fuerza.
Lo que debía empezar en agosto no lo hizo por culpa de un lumbago, eso fue real porque dolía. En septiembre las altas temperaturas me impidieron correr en mis horarios habituales, podía haberlos alterado y no lo hice. En octubre apareció una cuestión profesional que parecía iba a impedirnos acudir a la cita, a ella me agarré y relaje mis entrenamiento pero todo se arreglo. En noviembre ya es tarde.
El último entrenamiento el domingo 2 de noviembre consistió en una tirada larga controlada de 15 kilómetros, todo bien hasta el 13,5 cuando apareció el muro ese del que habla mucha gente. Fue la sensación de que el recorrido se había convertido todo en una cuesta arriba pronunciada que no era capaz de superar, en realidad era llano salvo los últimos 200 metros. Conseguí acabara a duras penas.
La semana que viene respuestas.
Paso a paso y sin perder de vista el suelo.