Que miedo empiezan a dar algunas salidas de masificadas carreras populares. Entre el exceso de corredores y los desacertados apaños hechos por los organizadores para ganar metros y completar los diez kilómetros oficiales han convertido las salidas de estas pruebas en ratoneras donde no empiezas a correr hasta el tercer kilometro (porque lo de la San Silvestre es otra cosa y sabes perfectamente donde te metes). Pero lo peor no es la incomodidad de las aglomeraciones, lo peor es que los primeros kilómetros de atasco empiezan a sacar lo peor de la fauna runera.
Mi última y desagradable experiencia fue este domingo en Madrid. Nos habíamos planteado cerrar la temporada en una de esas clásicas con la que te vas de vacaciones a gusto. Un 10 KM de los facilones, cuesta abajo incluso hasta la recta de meta, salvo dos repechos es uno de esos trazados para bajar marca pese a que te engañas a ti mismo porque no volverás a mejorar tu tiempo así hasta que el año que viene vuelvas a correr esta carrera. La Norte y Sur empieza a ser una fija del calendario para los populares sin mucho margen de mejora , muchos lo sabemos, así que nos juntamos cinco mil corredores. Y ese es el problema ya es una cifra seria que o se gestiona bien o convierte la salida en un infierno con gente corriendo por la acera, zigzagueadores profesionales, recortadores e imprudentes y maleducados. A mí me tocó uno de estos últimos y que me temo empiezan a aparecer en el universo runer. Un chica con su novio que cuando no llevaba ni un kilómetro me toco el talón, una zancadilla en toda regla, que me provocó proferir un “joder” a lo que la susodicha me replicó que no me quejara porque yo era el culpable y que había sido yo el que le había dado.
El roce con una compañera de carrera me dejó ya mal sabor de boca para el resto del recorrido porque me recordó a la transformación que experimentamos cuando nos subimos al coche. Si con el tráfico perdemos los papeles con las salidas masificadas , y ya son varios los corredores que coinciden conmigo, empezamos a comportarnos como el Doctor Jekyll y Mister Hyde que de vez en cuando aflora al volante.
Con sentido común de corredores y organizadores estamos a tiempo de reconducir, y nunca mejor dicho, esos tumultos y el mal rollo de las salidas masificadas. Evitaremos discusiones y hasta espejos de coches rotos por la desafortunada elección de tramos de carrera estrechos donde los coches aparcados se llevan un mal recuerdo. A los participantes nos toca saber elegir el sitio que nos corresponde en la salida y no ganar metros que frenarán la progresión de otros y quizás a los organizadores les vendría bien cerrar a tiempo el grifo de inscripciones o empezar a buscar sistemas similares a los cajones de salida e invertir un poco más de la recaudación en hacer más confortable la carrera. Si queremos que acudir a una popular no derive en una trifulca de arcén hagamos algo y no perdamos el norte cuando corremos.