El pasado 6 de noviembre Eva Moral completó los 42 kilómetros y 195 metros de la maratón de Nueva York a bordo de su silla de atletismo.
Es decir, martirizando hasta la extenuación su tren superior, desde los puños hasta la cadena dorsal, encajada de rodillas sobre una exigua superficie, en una posición tan aerodinámica que apenas permite levantar la cabeza y observar otra cosa que las variaciones del asfalto mientras hace girar las ruedas durante horas.
Esta vez, exactamente, 2 horas, 48 minutos y 32 segundos.
Acabó descontenta.
No fue su mejor marca ni fueron sus mejores sensaciones.
Se le atragantaron las subidas, por ejemplo las rampas interminables que dan acceso a esos bellos y cinematográficos puentes de la ciudad más cinematográfica del planeta.
No era su primera maratón.
No será la última.
Porque Eva Moral es una de las deportistas de élite de este país, una mujer capaz de reinventarse a sí misma después de una desgracia tremenda.
Hace tres años, bajando el puerto de la Morcuera en bicicleta, en la sierra de Madrid, se salió en una curva y se seccionó la médula.
Quedó parapléjica.
Del ombligo para abajo ha perdido la movilidad y la sensibilidad.
Antes de la lesión era una triatleta aficionada que competía sin otro objetivo que el disfrute y el desfogue.
Hoy es la segunda del mundo en triatlón adaptado o paratriatlón.
El pasado 4 de noviembre contamos brevemente su historia en los informativos de Mediaset.
Es un pequeño adelanto de una entrega mucho más extensa que colgaremos en tveocorrer.
Una mirada a la vida y esfuerzos de Eva, al día a día sobre ruedas con un propósito que va alimentando en su corazón de carreras: los próximos juegos olímpicos.
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Redacción, David Jiménez.
Imagen, Eduardo Payán.