Tantos meses de trabajo y por fin llegan las ansiadas y necesitadas vacaciones. Los horarios planificados, La rutina, los gimnasios, los entrenos programados, todo da paso a una alteración -bendita alteración- en favor de las largas horas de sueño, de las cañas, las tumbonas y siestas.
Ante esta agradable situación, conozco los dos casos contrarios de runners. Aquel que pospone los entrenamientos y se dedica a alimentar la curva de la felicidad y por otra parte el que se sobrecarga en exceso al disponer de mayor tiempo. Como siempre, lo obvio, en el término medio está la virtud pero lo que quería resaltar no es esto, si no el hecho de mantener un orden. Si bien, en la vida personal cabe hacer todo lo que no hacemos durante el año, sean excesos o no. En el ámbito del entrenamiento cabe, si más, disfrutar de las salidas pero manteniendo una constante regularidad.
Que no se apodere la anarquía de nuestros entrenos porque puede llegar a ser hasta peligroso para la salud. Hay mucha gente que quiere paliar el incremento de tintos de verano, tapas y cervezas con duras sesiones de entrenamiento y conozco casos que terminan en urgencias. Es mejor, rodar suave y disciplinado que hacer tiradas largas o machacarse para quemar grasa y adrenalina. Aunque no seamos conscientes, la irregularidad gastronómica, de sueño y emocional, afectará a la respuesta de nuestro organismo y en consecuencia, a nuestras medias por kilómetro.
Con todo ello, no digo que no sea lícito “correr para comer” como proclama mi compañero Jorge Alonso pero por favor, que no sea proporcional. Véase: atracón igual a tirada larga y fuerte para compensar. El verano es para trotar y mantenerse. Propongo disfrutar de los paisajes no habituales, hacer turismo con el running, explorar nuevas rutas, salir en grupo, charlando y sobretodo, dejar el crono en casa, que ya lo usaremos en la cuesta post vacacional. Eso sí, sin dejar de salir a correr.
Regularidad y prudencia para el verano!