Corrimos por Bruno
Esta semana en tveo correr os contamos como fue la participación del grupo de runners de Mediaset que el domingo 27 corrimos juntos por el hijo de nuestro compañero Rafa. La carrera por Bruno celebrada en Boadilla fue un éxito total por su organización, por los voluntarios, y por los que se pusieron las zapatillas para sumar kilómetros de energía que ayuden a Bruno y a sus padres a seguir superando etapas. Con este post algunos de los que estuvimos en Boadilla, (seguro que nos dejamos alguien), os queremos contar, cada uno a su manera y con su estilo, como corrimos juntos por Bruno.
Mauro, 3 años. Dorsal 110 (Rebeca Gimeno)
Mi madre me levantó muy temprano y yo quería dormir más. Me había acostado muy tarde viendo Harry Potter. “Vamos a la carrera de Bruno”, me dijo. “Nooooooo” solté sin moverme de la cama. “Venga, que vamos a correr los dos juntos”. Cuando me di cuenta ya estaba vestido en el recibidor mientras ella se ponía sus zapatillas de correr. Las conozco muy bien. Antes lloraba cada vez que se las ponía. Era una señal de que se iba de casa. “Yo quiero mis zapatillas deportivas”, demandé. No sé por qué mi madre no me deja ponérmelas más si son para correr a toda potencia.
La carrera moló. Me pusieron un papel en la chaqueta, luego en la capota del carro. No conocí a Bruno, pero estuve haciendo reir a un niño que se llamaba Raúl. Había mucha gente con papeles pegados en las camisetas. Cuando mi madre me dijo, salí disparado con mis deportivas. Pero me cansé. Saludé a la policía. ¡Los vimos muy de cerca! “Mira, el arco iris”, oi desde dentro de mi capota. Toma ya, “¡va a salir el sol!”, contesté saliendo de mi cueva.
Al final tuve que bajar del carro y correr otro poco más. Había mucha gente y yo no quería, pero mi madre insistió. No sé si era porque estaba enfadada conmigo. Había sacado a lovy del carro para que volara y se había enganchado con la rueda. Ella estaba roja como un tomate cuando paró, pero no estaba enfadada porque sonreía. Ya me conozco casi todas sus caras.
Al día siguiente no me dejó ponerme las zapatillas deportivas para ir al colegio pero me acordé de la carrera. “Voy a contarle a mi profe que hemos corrido juntos”. Se puso super contenta. “¡Muy bien! La carrera por Bruno”, me dijo. “Sí mami, por Bruno”.
Seguiremos (Jorge A. Berroa)
A pesar de mi pésimo estado de forma, no había ninguna duda, había que estar en Boadilla del Monte a las 9.30, correr por Bruno era una de las cosas más importantes que íbamos a hacer en mucho tiempo y que sin duda volveremos a hacer las veces que haga falta.
Cuando me acerque a recoger el dorsal, después de saludar a muchos compañeros y amigos, tuve esa sensación especial que pocos actos transmiten. Sonrisas, amabilidad, no prisas, un buen rollo en el ambiente que te hace sentir cómodo y notar que el pensamiento común era sin duda Bruno juntos por ti. Entonces vi la camiseta de la carrera y no pare hasta conseguirla, no sé si era más fuertes las ganas de seguir colaborando o el deseo de tenerla para usarla a menudo y no olvidar que Bruno y los suyos siguen peleando cada día para recuperarle.
Vi a Rafa, el padre, con una sonrisa orgullosa de ver la solidaridad y un agradecimiento permanente. Conocí a Maca, la madre, desbordada de saludos afectuosos pero pendiente de Bruno, ¡Allí estaba! Con su dorsal número 1, en su silla, abrigado hasta los dientes como el clima obligaba y moviendo los ojos de su cara de guapo despacito. Solo un deseo, ojala le veamos en la salida de su carrera, para celebrar la última edición cuanto antes porque haya vencido a su enfermedad.
De la carrera solo puedo decir que entre con el grupo de los niños, pero me divertí corriendo como no lo hacía hace años, en la meta mis compañeros se rieron conmigo y de mi, (cabrones).
#Brunojuntosporti
Soy incapaz de poner un titulo a esto (Miguel Manso)
Lo impúdico es últimamente la norma en las carreras populares. La gente ha perdido irremediablemente toda la vergüenza. Es muy triste esto. Antiguamente los señores y las señoras tenían más decoro. A nadie se le ocurría, por ejemplo, mostrarse ante la turba enfundado en unas mallas. Impensable. Enseguida se harían chanzas sobre el figurín, que sería vilipendiado por los inquisidores del buen gusto. Está claro que las sensibilidades colectivas han cambiado con el progreso de los tiempos. Para mí es un retroceso. Ahora bien, hay casos particularísimos, como la promoción de una causa noble. La de Bruno lo era. El domingo, muy a mi pesar, admiré el valor de los lechuguinos que se enfundaron las mallas muy a su pesar.
¿En qué piensas cuando corres? En Bruno (Agustín Hernández)
La pregunta del millón que te hace la gente que no corre es en qué piensas cuando corres y realmente nunca lo había tenido tan claro como este domingo. Corrimos pensando en Bruno y en sus padres, en las carreras que todavía les quedan por correr juntos. La carrera solidaria de Boadilla fue uno de esos días que te alegras del madrugón. Nada más llegar el ambiente de la entrega de dorsales delataba que no era una carrera más. Bruno había conseguido juntar a compañeros de su padre, a amigos de la pareja, a niños y padres del colegio, y a muchos vecinos que no conocían a Bruno pero que no dudaron en acercarse. Entre estos, y merece que alguien lo cuente, la presencia de Angel Nieto, ese bajito histórico de nuestras motos que al enterarse de la carrera y sin que nadie se lo pidiese acudió por su cuenta y se ofreció para entregar trofeos. Maca y Rafa, los padres de Bruno no pararon de dar las gracias por acudir a la carrera pero nuestro agradecimiento es para ellos por la lección que nos han dado a todos sobre cómo afrontar este revés. Correr junto Bruno mereció la pena y el año que viene volveremos.
Tiene cojones lo que ha conseguido Bruno (Luis Benítez)
Tiene cojones lo que ha conseguido Bruno...Yo que soy un animal de interior ¡Corriendo en la calle! Y no solo eso, me había apuntado a la carrera de 5 kilómetros pero al ver que todos mis compañeros salían en la de 8 le eché un par de huevos y salí con ellos…¡8 kilómetros! Yo, que lo más parecido que había hecho a esto era trotar a ritmo cochinero treinta minutos en la cinta del gimnasio, (el hierro es más mi hábitat). Me puse a rueda de Juan Carlos en la salida pensando que podría aguantarle el ritmo, pero nada más lejos de la realidad. A los 2 kilómetros aproximadamente me desfondé y tuve que pararme a andar un rato. En ese momento me alcanzó Jorge, y simulando que el también estaba reventado se quedó conmigo para darme ánimo. Unos metros después reemprendimos la marcha juntos. Finalmente, conseguí acabar en un más que digno “cuarto” puesto, ya que la causa lo merecía…por eso y porque cuando iba hacía la mitad de la carrera se me abrió el cielo al ver en una rotonda a un ángel con un cartel que indicaba: carrera 5km por la izquierda y a su lado a un demonio con otro similar de 8km por la derecha, así que abandoné a mi salvador y tiré por el camino corto…Lo sé, es trampa, pero nadie es perfecto. Es coña, cuando la gente me animaba al entrar en meta y sobre todo al ver la cara de sorpresa de Rafa, hice lo posible para que se supiera que había hecho el recorrido de 5000.
Hoy, escribiendo estas líneas, con el cuerpo molido como si me hubiese atropellado un tren de mercancías, siento que lo volvería a repetir un millón de veces por ver la sonrisa en la cara de sus familiares al ver el éxito de convocatoria. Y sobre todo por pensar que esta carrera pueda suponer un granito de arena en la montaña que hace falta para ver pronto en la carita de Bruno esa sonrisa.
¡Preparados, listo, ya! (Antonio Valverde / Agustín Pérez)
Ni cinco segundos habían pasado y un pensamiento me taladraba la cabeza. No vas a terminar la carrera. Apenas había entrenado. Las piernas me pesaban. Tras la primera cuesta, respiraba con dificultad. Definitivamente 8 kilómetros eran demasiado.
Continué como pude. Rechazando esos pensamientos negativos que me invitaban a parar. De pronto, en el kilómetro 4 alcé la vista y vi un espectacular arco iris que me devolvió al asfalto. Y me fijé en toda aquella marea de gente. Impulsada por una energía positiva. Mi marido empujando el carrito de nuestro hijo Raúl unos metros más atrás. Compañeros de trabajo dando ánimos. Decenas de desconocidos trotando alegres en aquella fría mañana. Y Rafa y Maca pilotando como nadie su nueva realidad. Y la imagen de Bruno en aquella piscina logrando dar sus primeros pasos.
Definitivamente ese inesperado sonriente arco iris evocaba mejor que nada el espíritu de ese encuentro. Me di cuenta de que llegar a la meta era lo de menos. Y con una energía renovadora continué corriendo.
Bruno, gracias por mi primera carrera (Juan Carlos García Castillo)
Llevo un par de años corriendo en solitario por las calles del municipio en el que vivo, Boadilla del Monte. Hace unas semanas, mi compañero Alberto, me dijo que ya era hora de que empezase a participar en carreras y que tendría una extraordinaria oportunidad con la carrera que se iba a organizar para ayudar a Bruno, que además sería en Boadilla. No lo dudé. ¿Qué mejor momento para mi primera carrera que ayudando a Bruno?
Y allí aparecí, enfundado mi chubasquero de Carolina Herrera (antes muerto que sencillo) y con mis zapatillas de pronador. Allí estaba Yolanda, la tía de Bruno y compañera de trabajo, que me recibió con un abrazo, y la hermana de Bruno, que entusiasmada me entregó mi dorsal. Pero no había ni rastro del resto de compañeros. Éstos han visto la lluvia y el frío y se han rajado, pensé yo. Pero no, poco a poco fueron llegando y empezamos a colocarnos los dorsales y a hacernos las fotos para el recuerdo.
Antes de empezar la carrera, hicimos un Mannequin Challenge en colaboración con nuestro compañero cámara Esteban. Extraña forma de calentar para una carrera de más de 8 km, pensé yo, pero como era mi primera vez no quise preguntar.
Y a correr. El circuito por la zona de Valenoso no es nada fácil. Mucha pendiente en todo el recorrido. Y así pasó, a los 3 km y medio, mi cabeza empezó a invitar a mis pies a pararse (lo que los expertos denominan “pájara”). Pero en ese momento pensé en Bruno, en su madre, en Rafa, en Yolanda y en todo lo que ellos llevan peleando desde hace meses, y me dije, ¿y tú vas a pararte ahora? ¡Negativo!
Acabé la carrera dignamente y allí, en la meta, volví a reunirme con todos los compañeros y con Bruno y su familia.
Después me marché a casa. Al entrar, mis mellizos (de la misma edad que Bruno) me estaban esperando en pijama en el hall de casa. Me dieron un abrazo y me preguntaron quién había ganado la carrera. Les conté que era una carrera especial, y que no había finalizado aún… Pero les dije que estaba seguro de que esta larga carrera la iba a terminar ganando Bruno.
Correr por una sonrisa (Emilio Garrido)
Mentiría si dijera que en estos momentos del año uno no tiene que ponerle un plus de motivación para salir a correr. Por eso era muy bienvenida la carrera del domingo 27 en Boadilla del Monte. 8,2 kilómetros con centenares de personas, un puñado de ellos queridos compañeros, corriendo todos por Bruno. Si él iba a estar en la línea de salida, todos lo estaríamos también.
Yo, además, he de reconocer que tenía una motivación extra: la sonrisa de su padre. Desde que ha vuelto con nosotros, cada mañana que me lo cruzo a primerísima hora, o en cualquier otro momento, Rafa siempre sonríe. Siempre. Y eso no lo hace nadie más en esa redacción de informativos que compartimos, todos los demás subiendo una cuesta mucho menos empinada. Y no creo que sea una coincidencia, o una imagen que me he querido hacer de él. Porque la misma sonrisa era la que lucía este domingo escoltando el cochecito de Bruno. La misma sonrisa que nos regalaba Maca, la madre convencida. O la misma sonrisa de la hermana de Bruno al cruzar la meta. Sonrisa que vi también en Yolanda, la hermana de Rafa, o en los amigos llegados desde Valencia... !En esa familia todos sonríen! ¿Quién va a negarles entonces el esfuerzo de correr esos 8,2 kilómetros? Para que esa sonrisa se mantenga, y con ella, ese humanizador esfuerzo que todos comparten con Bruno, la próxima carrera que sea de 16 kilómetros. O de 32. Y con tormentón en lugar de chirimiri si hace falta. Pero que sea por favor en Colmenar Viejo. Tenemos tantas cuestas como en Boadilla del Monte, pero me pillan más cerca de casa.
Bruno por kilometro (Inma Coronel)
Km1 Por ese niño precioso, que mira todo desde su sillita.
Km2 POr que recupere su sonrisa.
Km3 PoR que la recuperen también sus papás y su hermana
Km4 Se va a poner Bueno seguro.
Km5 Run, run , run , Run
Km6 Para cuesta la qUe sube Bruno desde hace dos años
Km7 Vamos, vamos, No queda nada
Km8 Ahí está, ya vemOs la meta… sólo faltan 200 metros. Nosotros llegamos, y sé que Bruno y sus papás van a llegar a la meta muy muy pronto.
Bruno, juntos por ti (Alberto Elvira)
Este domingo corrimos por Bruno, y por Rafa y Maca, sus padres, y por su hermana María. Y por todos los que se volcaron en la organización de una carrera diferente. Aquí los kilómetros a cuatro, cinco o seis minutos valían lo mismo. El objetivo no era ese.
Allí estuvimos todos para recordar a esta ejemplar familia que nos tiene de su lado para superar ese Ironman que la vida les está haciendo afrontar. Que apareció de la forma más cruel hace ya casi dos años y que con una determinación propia de auténticos superatletas están consiguiendo superar poco a poco. Despacio, eso sí, pero siempre en dirección a la meta final. Y en ese tortuoso camino, siempre nos tendrán a su lado.
Va por ti, Bruno (Ana Lorenzo)
Allí estábamos. Yo corría y corría, perdiendo a ratos el fuelle, empujando el carro con mi hija de tres años. Y, no, no iba a la caza de un autobús, de una ganga del Black Friday o apurando un semáforo. Tampoco trataba de emular -¡ya quisiera!- a aquellas neoyorquinas divinas que veíamos en Central Park, entrenando a todo ritmo mientras paseaban a sus retoños. Estaba oxidada, sí. Pero en esta carrera -más que en ninguna otra- participar era lo importante. El día había amanecido lluvioso. Pero daba igual. Cientos y cientos de personas esperaban en la salida.
La lluvia cesó antes de comenzar la carrera. Y mientras subíamos y bajábamos cuestas, reconducíamos un viraje brusco, nos adelantaban y adelantábamos (más lo primero que lo segundo)… el cielo cambiaba. De pronto, nos regaló toda la paleta de colores. El arcoíris, allí estaba también. ¡Adelante, vamos, vamos!, jaleaba la gente.
“Va por ti, Bruno”, íbamos diciendo. Habíamos llegado a lo alto de una cuesta, olía a clorofila y las montañas se divisaban a lo lejos. Repentinamente, Gabriela pegó un grito: “¡Mira, mami, mira. El mar, es el mar!”. Mordiéndome la lengua, mirando a través de sus ojos, levanté la vista hacia el horizonte.
Conocimos al gran campeón de esta carrera de fondo en la meta. Allí nos esperaba la sonrisa de sus padres.
Y, sí, en Boadilla del Monte, Madrid, vimos el mar. Con la fuerza de lo extraordinario. El día que corrimos por Bruno.
Más fotos de la carrera