Una de las maravillas del running es que se puede practicar en cualquier lugar del mundo. Si nos vamos de viaje, nunca debemos olvidar nuestras zapatillas porque siempre hay un hueco para salir a correr. Además, es una forma estupenda de conocer y disfrutar de un lugar nuevo.
Y eso es lo que hemos hecho esta semana en Gijón. Antes de comenzar la jornada laboral, nos levantamos pronto y a las 7h de la mañana ya estábamos trotando por el centro de esta ciudad asturiana. La temperatura era perfecta a primera hora, el cielo despejado y el paisaje, impresionante. Rodeamos la playa de San Lorenzo, cruzando el Río Piles. Son, aproximadamente, unos tres kilómetros pero lo mejor de todo es que se puede continuar corriendo por un tramo mucho más largo sin despegarse de la orilla del mar.
Por un camino empedrado, respirando el olor de salitre, y disfrutando de ese color verde tan distintivo del norte de España, alcanzamos el monumento a las Víctimas del Holocausto, la playa de Peñarrubia y así hasta llegar al Mirador de La Providencia (que tiene forma de barco y unas excelentes vistas).
Son más de diez kilómetros entre ida y vuelta y el terreno es muy variado, sobre todo a partir del Monumento a la Madre del Emigrante. Nos encontramos con pronunciadas subidas y bajadas, lo que nos permite trabajar con pulsaciones muy altas y recuperar de forma activa. Tened cuidado en los pronunciados descensos, evitad que vuestros pasos suenen fuertes porque, si lo hacen, es señal inequívoca de que estamos sobrecargando nuestras rodillas. Concentraos en que el golpe sea suave para minimizar el impacto en las rótulas.
En definitiva, si pasáis por Gijón os recomendamos este recorrido. Una forma inmejorable de comenzar el día (o de acabarlo) en una de las ciudades más bonitas de la cornisa cantábrica.
Dani Gómez