Hay estos días en los alrededores de la frontera de Gaza, en las mismas zonas altas donde nos situamos los periodistas tratando de otear algo de lo que ocurre dentro de la franja, una especie humana particularmente grotesca: Los turistas bélicos... Ciudadanos israelíes que cuando no tienen nada que hacer, sobre todo durante el sábado (el "sabath") o el domingo por la mañana, vienen hasta aquí con bocadillos, banderas y prismáticos para entretenerse un poco.
Este pequeño mirador donde estamos haciendo las entradas para los informativos es una pequeña colina desde la que se divisa los arrabales de ciudad de Gaza, el barrio de Beit Hanun y el campo de refugiados de Jabalia. Casi un millón de personas hacinadas que viven con una densidad de 5.000 almas por kilómetro cuadrado. La mayor del mundo. Los periodistas llaman a este lugar "la colina de la Hamburguesa". Hay un pequeño árbol y hasta un columpio.
En los atardeceres de verano, en los que el sol se pone justo encima de Gaza, debe de ser un lugar estupendo para venir con tu pareja, pero ahora está lleno de reporteros y de esos turistas bélicos. Algunos son particularmente molestos, porque son ruidosos e impertinentes, capaces de meterse en medio de tu conexión en directo para salir sonrientes en pantalla (al acabar suelo intentar dialogar con estos cafres para hacerles entender que Cuatro no se ve en Tel Aviv, y que a mi me han fastidiado el trabajo, pero es igual), o de increparte si han entendido algo de tu información y no les gusta...
Estos tipos vienen a ver la guerra desde lejos, con toda la familia, enseñando a los niños desde pequeño que su ejército está allí dentro, pero no les suelen dar grandes explicaciones retóricas sobre la defensa del derecho de Israel a existir… yo lo que escucho son bravuconadas sobre la superioridad de fuego del ejercito israelí y sobre "la lección que le estamos dando a esos árabes para que aprendan..."
Los autores de la "Encyclopédie" en los años de la Ilustración francesa, allá por 1758, definieron el fanatismo como "un fervor ciego y apasionado que causa acciones ridículas, injustas y crueles…" Pregunto a todos esos turistas cuando fue la última vez que visitaron Gaza, y me miran con cara incrédula, como diciendo "¡pero tu estás flipado!... ¡Nunca!". Eso fue antes de que nos cortaran los cables del satélite para fastidiarnos la conexión en directo…
Jon Sistiaga, desde Gaza
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